“LA OTRA MILI EN EL SÁHARA”

INTRODUCCION
Sirva este escrito como un reconocimiento y homenaje, a unos hombres que aun siendo compañeros de viaje desde la península y después en el B.I.R. los encuadraron como “ nómadas “ en secciones a camello, compartiendo la soledad del desierto y sus vicisitudes, a todos ellos que fueron pocos pero muy importantes en la labor de control del territorio.
Salvador Alfonso 1969-1970. Smara

“LA OTRA MILI EN EL SÁHARA”
Para la inmensa mayoría de los que les tocó servir en el Sahara Occidental, la mili fue como servir en la península…tranquilos sin alarmarse que lo voy a intentar explicar.
Todos los que sirvieron en las plazas de Aaiún, Villa Cisneros o Smara que fueron los que mas, tenían la confortabilidad de los cuarteles, y fuera en la hora de paseo estaba todo a su disposición…/// bares, cines, locales de ocio, y locales de otro tipo de ocio…/// bazares con el que pasar el tiempo, en fin como en cualquier plaza española, eso si…mucho más lejos de casa y de los familiares y novia, en Smara un poco más limitado todo ello, pero seguía teniendo sus comodidades, la parte negativa seria los servicios a cumplir dentro del cuartel, que cuando no era de uno lo era de otro, pero como en cualquier parte, me imagino que en Zaragoza, Valencia o Madrid pasaría igual, aparte de anécdotas puntuales la vida era muy monótona, pero vuelvo a insistir…se tenia todo… una cama, higiene, tenias preparado el desayuno, la comida, la cena, un ratito de siesta, en fin lo normal de un acuartelamiento, ni la temperatura era algo por el que decir que estabas en un infierno para la imagen que tenia el Sahara en la península.
Yo no suelo participar en esta nuestra página con tanto mérito creada, pero no por eso no estoy al corriente de los escritos, en ocasiones he leído “en relatos”, historias digamos un poco exageradas…como se decían de las “batallitas de los abuelos “ temperaturas casi insoportables, condiciones de vida inhumanas, esa tensión y temor ante los nativos, cuando su presencia en la mayoría de cuerpos era nula, y por lo tanto la convivencia fue muy escasa, y solo casi al final de nuestra estancia en el territorio cambio su actitud frente a los españoles, habría mucho de que hablar por el comportamiento de estos hacia nosotros, los soldados no tuvieron la culpa pero estaban en un lugar y un tiempo equivocado, la historia ya plasmo los movimientos políticos del momento y el abandono de un territorio con sus gentes de una manera tan vil.
Pero retrocediendo en el escrito, si los hubo pero menos, los soldados que compaginaban cuartel con patrullas en vehículos y de corta duración, estos se diferenciaban de los anteriores en que conocían un poco más el desierto, podían escribir a sus casas diciéndoles de las planicies secas, solo rotas por unas pinceladas de arbustos pequeños y otros un poco mas grandes llamadas “ Talhas “ que circulaban por unas especies de carreteras llamadas “ pistas “ pues sus vehículos no se podían adentrar en los confines de los “ Uads “ o ríos secos de los que cientos de ellos atraviesan el territorio, y no porque no quisieran, si no porque la arena se lo impedía.
Había otros, ya estos mas curtidos y sabedores del territorio que fueron los destinados a bases o posiciones interiores, estáticos también en sus bases pero que al asomarse cada mañana por la ventana veían desierto…estaban en el…eran pequeños acuartelamientos pero que sus necesidades básicas estaban cubiertas, conectadas por patrullas de automóviles para suministros o bien por aire “ Tallara “ las patrullas que pudieran realizar eran de corta duración y por las cercanías.
Pero si hubo un pequeño colectivo que fue distinto a todos, pertenecían a un cuerpo de ejercito desplegado por todo el territorio apodado A.T.N. aunque dentro de el…un reducidísimo grupo de personas componían las “ Mias a Camello “ estos no tenían camas donde dormir, no tenían prácticamente higiene, nadie les preparaba el desayuno, la comida, o la cena, no podían salir de paseo y alternar en ningún bar, aquí́ se tenia que ser abstemio por necesidad, aquí́ no tenias nada…/// solo amigos que estaban como tu, y tu fiel compañero “ el camello “ es por eso que nuestra mili fue “ la otra mili en el Sahara “aquí́ en esta página hay muy pocos, pues pocos fuimos los que servimos en estas secciones, hace poco leía en un libro escrito por un sahariano, que este lo dedicaba a los “ Nómadas “ debido a su poco protagonismo en el territorio, seguramente seria por los que el había llegado a conocer en algún cuartel de alguna gran población que para hablar del desierto en sus cartas, necesitaba comprar postales o fotografías a los que se pateaban el territorio, que de todo había ( lo digo por experiencia ) vendí́ decenas de ellas.
El “ Meharista “ que son los reconocidos por montar a camello esos si son los auténticos protagonistas y conocedores del territorio del Sahara, en cada sección iban tres de ellos, uno cabo y mandados por un teniente, como compañeros treinta y tres saharauis, no hay que comentar nada de nuestra dependencia total hacia ellos, al nativo lo mandaba un sargento también nativo y varios cabos pues estaban distribuidos por escuadras, los españoles incluido el teniente formábamos la” plana mayor europea “ aquí́ no había ningún tipo de disciplina militar, éramos como cuatro hermanos, todos dependíamos de todos, os diré́ que nuestra indumentaria normal cuando estábamos acampados era el bañador, incluido nuestro teniente, aquí́ no se usaban los calzoncillos, teníamos libertad eso si era lo único bueno de ser meharista, el tener muy buenos amigos y conocer de verdad para poderlo explicar con conocimiento de causa como era en realidad el Sahara español.
En mi caso complete casi cuatro patrullas de más de dos meses cada una, eso es hacer algunos miles de kilómetros a lomos de camello, cada etapa y que era diaria se cubrían sobre los 30 kilómetros, eso son varias horas de camino, después de andar una hora a pie para que los animales se fueran haciendo a la carga que soportaban, tenéis que saber que las primeras horas de marcha pasabas frió, en muchas ocasiones mucho frió cuando soplaba el “ siroco “ aunque esto sea paradójico, cuando llegabas tocaba montar el campamento, se buscaba una zona a ser posible con alguna pequeña sombra y con el suelo arenoso pues ese iba a ser nuestro colchón, comprobar el estado de las latas de comida que se llevaban en sacos, dependiendo el estado de estas pues con el movimiento de unas con otras y la temperatura solían agujerearse algunas y perder todo el jugo, esas latas había que consumirlas !!! ya !!! Aquí́ no había mas comida que la que llevábamos, el menú́ dependía siempre de ese factor, lo importante cuando te acostumbras es introducir algo en el estomago aunque no compaginen demasiado unas con otras.
La comida siempre era enlatada, cocido. lentejas, fabada, sardinas, judías, garbanzos, melocotón en almíbar, etc, etc, antes de salir a patrullar se confeccionaba el suministro para toda la estancia en el desierto, el ejercito nos daba un vale por el importe total de días a pasar fuera y que era lo que ellos consideraban que se gastaban con nosotros estando en el cuartel, no quisiera mentir pero creo recordar que ascendía a 25 ptas. diarias, lo que si recuerdo que una lata de atún costaba 20, lo que se hacia era juntar los vales de los tres soldados y en nuestro caso también el del teniente por deseo de el, otros oficiales no lo hacían y se llevaban su propio suministro que sus subordinados tenían que prepararle su comida aparte.
Gracias a él se podía comprar un poco más, pues su emolumento era un poco más alto, otra cosa que se hacía y aprovechando cuando la compañía estaba de cocina era ir a ella y algún compañero nos iba dando que si punados de lentejas, garbanzos, judías, pastillas de avecrem, fideos, azúcar, sal, y cosas por el estilo, que sacábamos en los bolsillos y se iba guardando en una casa que el ejercito tenía alquilada a una familia nativa en el pueblo de Smara y nos servía de almacén para las “ mias “ toda previsión era poca…teníamos muchos días por delante y la comida no sobraba, éramos cuatro bocas y además jóvenes, suerte se tenía también pues dependiendo de la zona en la que nos encontrábamos el guía nativo con permiso del teniente para usar el c.e.t.m.e nos proporcionaba algo de caza, liebres, chochas “ perdiz del desierto “.
El pan al igual que cualquier patrulla de vehículos que durara varios días había que hacerlo, nosotros no éramos una excepción, se hacía a diario pues se tenía que comer y cenar, sin serlo nos convertimos en panaderos experimentados y con medios rudimentarios eso los nómadas ya lo sabéis.
Otro tema tan importante diría que más, era el agua…las marchas diarias estaban diseñadas en su recorrido por los pozos y charcas más o menos importantes, el agua era vital para nosotros y para los animales sin los camellos no éramos nada, muchas veces te encontrabas con pozos secos por la arena, o charcas repletas de animales bebiendo o chapoteando en el agua de algún “ fric “ cercano de gente nómada, tenías que echarlos si querías recoger algo del preciado liquido y que se refrescaran los tuyos, el agua se ponía en “ petacas “ metálicas de 20 o 30 litros y llevábamos cuatro, basta decir que recogías agua turbia casi barro pero era la que había…ya iría posándose cuando acampáramos, y quedaran sin el movimiento del camello, aunque al día siguiente continuaría igual, solo se cambiaba cuando se encontraba agua limpia que alguna vez también la había, y era cuando se aprovechaba para ducharse tirándose uno al otro cubos de agua.
El suministro no lo había comentado, la mitad salía con nosotros de Smara y la otra mitad nos era entregada a la mitad de patrulla, si en esta entrega y después de comunicarlo por radio ( que se hacia dos veces al día ) para comunicar nuestra posición, y para poner advertir al mando de alguna incidencia, en esta entrega podías pedir si faltaba algo o bien sellos y tabaco pero que luego te lo descontaban o pagabas al llegar, esa entrega siempre la hacia el capitán y aprovechaba para pasar revista y hacer ejercicios de tiro, con el volvía la rigidez de la disciplina militar, tenías que vestirte con la ropa reglamentaria, como cualquier nativo de la sección, la correspondencia llegada en tu ausencia te la entregaba en mano, en mi caso que era algo anormal creo yo, pues me carteaba a diario con mi novia, podía contar mis días de mili por cartas recibidas, he enviadas, si llevábamos por ejemplo 30 días de patrulla, me entregaba mis 30 cartas, y que tenía que ordenarlas primero por fechas como si de fascículos de una colección se tratara.
El capitán siempre venía a pasar un par de días con nosotros, lo hacía con uno o dos vehículos, y acompañado por un sargento o bien por el teniente veterinario para comprobar el estado de los camellos, quiere decir que para pasar la noche montaban un par de “ benias “ o haimas para que se entienda mejor, esa o esas noches los oficiales cenaban aparte de nosotros y había que prepararles su comida, nuestro teniente que era un “ zorro “ sabía que al capitán no le gustaban las lentejas, y nos tenia dicho… vosotros nos preparáis las lentejas y como no las querrá́ ya tenéis vuestra cena, que saque él de su suministro lo que le apetezca, y mirar donde lo guarda después mientras estemos cenando por la parte de atrás de la tienda le pilláis lo que podáis, el lleva de sobras para pasar estos días “ no va a venir a gorrearnos encima “ de los tres que estábamos en la sección uno se llevaba a los soldados acompañantes del capitán a ver la escuadra de ganado que es donde estaban los camellos comiendo pienso y custodiados por nativos, con su hoguera y normalmente haciendo te, se les entretenía allí́ mientras los dos restantes subían la tela de la tienda y palpando eso si, intentábamos saber que es lo que llegaba a nuestras manos pero fuere lo que fuere bueno era, aquí́ todo se aprovecha.
Una vez conseguido el botín nos dedicábamos a ver si les faltaba algo, cuando el teniente nos pedía que les hiciéramos unos cafés, nuestra respuesta ya la sabia el…lo siento mi teniente se nos acabo ayer, alguna vez el capitán nos reprochaba la falta de previsión pues se podía haber pedido en este suministro, pero la respuesta era la misma…lo siento mi capitán el tarro que contenía el café́ se nos rompió́ ayer junto con varias latas, esto no era una sección, éramos “ cuatro lagartos del desierto “ nuestro teniente el cerebro, y nosotros el brazo ejecutor, que gran persona era, al final si quería café́ lo tenía que poner él.
Recuerdo una anécdota muy pintoresca, pero mucho…incluso puede que alguien pueda pensar que raya lo fantasioso, pero es cierto como que estamos todos en esta página, llegamos un día a Tifaritis la primera vez que yo estuve allí, y mientras montábamos el campamento en la “ sahia “ y con un pozo muy importante el teniente nos dijo…terminar pronto yo voy a saludar al oficial del puesto, y si queréis un “ cuba libre “ os espero invito yo, se le dijo en nuestra ignorancia “ encima cachondeo mi teniente “ bueno pues vosotros mismos yo os espero, deprisa y corriendo montamos su tienda y la nuestra y subimos hacia el puesto, al llegar nos encontramos con un especie de zoológico, unas jaulas en las que había distintos animales autóctonos de aquí́, entramos en lo que era la cantina…preciosa decorada con mucho gusto con una barra que se asemejaba a un bar de la península, y tenia razón pedimos unos “ cuba libres “ y ahí́ estaban…con sus cubitos y todo y dejando la marca del vaso sobre la barra, impresionante de verdad…cuantos días habían pasado hasta llegar a esto, y encima en pleno desierto, claro que nosotros no llevábamos generador para producirnos electricidad como los tenían los puestos avanzados pero en eso no habíamos caído, nuestra luz era en muchas ocasiones la luna cuando estaba en su plenitud, y en noches oscuras un farol de petróleo, el teniente desapareció́ con el oficial con la excusa de enseñarle las dependencias del puesto, quedo el soldado que nos sirvió́ los cubatas que a su vez fue arrastrado por uno de nosotros para ver el zoo y recibir explicaciones, quedamos dos y todo el bar para nosotros, escudriñando que podía ser el botín, descubrimos dentro de la gran profusión de decorados un bacalao colgado de la pared a modo de cuadro, sin pensarlo mucho lo descolgamos y comprobamos que la silueta del bacalao esta marcada en la pared, dudamos pero al final entre las ropas hacia el campamento.
Fue lo más absurdo que hicimos pues nos iban a descubrir, estábamos acampados a 500 metros y el teniente esto no lo sabía, decidimos guardar silencio y esconderlo dentro de nuestra “ tasufra “ ( especie de saco de piel para guardar nuestro material ) el bacalao estaba mas tieso que una escoba,
¿ cuanto tiempo llevaría decorando la pared ? seguro que varios reemplazos… encima y a lo mejor por castigo divino ante esta tropelía, nos encontramos el campamento arrasado…la tienda del teniente y la nuestra a varios metros de distancia y sobre unos matorrales, solo se mantenían los palos tumbados, y nuestro material todo al descubierto, con las prisa por los dichosos cubatas no las sujetamos lo suficiente, cuando estaba todo restablecido llego el teniente…/// muchachos no hagáis comida que estamos invitados en el puesto, en un principio le dijimos que subiera él, nosotros teníamos trabajo aquí́, ante su insistencia no nos quedó más remedio que aceptar, y no era por el trabajo si no porque nos temíamos que se hubiera descubierto el hurto del “ bacalao “ y encima el teniente sin saberlo para un posible capote, nuestra sorpresa fue que pasamos toda la tarde comiendo y bebiendo en la cantina, y nadie comentó nada, tampoco eran muchos los policías territoriales destacados allí́, de vez en cuando nosotros y de reojo mirábamos la silueta del bacalao perfectamente dibujada en la pared, pero solo eso…dibujada.
Cuando salimos a la mañana siguiente colgamos el bacalao en un lado del camello y que este iba golpeando la barriga del animal, que estampa de patrulla, el teniente tardo mucho tiempo en descubrirlo, y cuando lo hizo exclamo…¿ que hostias lleváis ahí́ ? un bacalao mi teniente, pero ¿ de donde coño lo habéis sacado…? Medito un poco y dijo…¿ no me diréis que es mangado de Tifaritis ? es que no vimos nada más mi teniente que estuviera a mano, se puso a sonreír y comento esto no hay dios que se lo coma.
Tuvimos que estar varios días con el bacalao en agua al estar“ abarracados “ esto es estar acampados, cuando se iniciaba la marcha, vuelta con ál a lomos del camello, a si hasta que un día termino en la cazuela, no se si me he puesto muy pesado, o bien mi escrito no a suscitado ningún interés, pero es mi pequeño granito de arena en esta página, no se si tuvimos mucha o poca relevancia en el territorio pero los “ meharistas “ si podemos decirles a nuestros nietos…yo si estuve…/// no en el Sahara si no en el desierto del Sahara.

Dedicado a todos los que allí́ servimos, y muy especialmente a los Tropas Nómadas de las Mías a Camello.

Alfonso Alarcón, Salvador. (B) 16-10-2011
ATN.
Smara. 1969-1970