“UN AÑO EN EL SÁHARA»

A TODOS MIS COMPAÑEROS QUE HICIERON LA “MILI” CONMIGO EN EL SÁHARA ESPAÑOL, Y TAMBIÉN PARA TODOS LOS QUE ESTUVIERON ANTES, Y A TODOS LOS QUE FUERON DESPUÉS.

PARA TODOS AQUELLOS QUE LO LEAN, Y LO RECUERDEN COMO ALGO NORMAL

DEDICACIÓN ESPECIAL PARA MI ESPOSA Y MI HIJA
A VOSOTRAS DOS: ANNA MARIA Y AGNÈS


1.- LOS PREPARATIVOS DEL VIAJE
Siempre he creído que los viajes en general generan una expectativa fuera de lo común. Por eso hoy quiero relataros mi primer y por ahora, único viaje al Sáhara. Estuve un año entero y unos pocos días más. Pero unos meses antes, ya había cumplido con creces los 21 años, y en mi trabajo no dejaba de ser una pieza más del gran engranaje de la empresa, y aunque se decía que éramos todos como una gran familia yo hacía tiempo que de verdad necesitaba huir de todo eso, al menos por una larga temporada y alejarme un poco de todo ese entorno social.
Pertenecía al 4º llamamiento del Reemplazo de 1970, y me había tocado en suerte ir a cumplir el Servicio Militar en el Sáhara Español. No era una buena perspectiva, ni un buen sitio, para que nos vamos a engañar. Se tenía que hacer y yo ya estaba perfectamente mentalizado. En casa, mi Madre no las tenía todas consigo, sufría por el lugar y la lejanía, y mi Padre, sencillamente lo aceptaba como la cosa más natural del mundo. Intentó sin llegar a poder conseguirlo, revocar de alguna manera mi sorteo obtenido, porque al ser de hecho, por la fecha del nacimiento, el pobre hombre nada más pudo hacer para que su hijo no se fuese tan lejos. Llegados hasta aquí, ya estábamos todos resignados.
Trabajé justo, hasta el día antes de mi marcha, y mi despedida en la empresa fue todo un acontecimiento. Entrar en ella de jovencito casi un crio con solo 14 años, y salir de allí ya con 21 a cumplir los deberes militares, causó en su momento sensación. El Director Gerente de la Empresa me dijo en mi despedida, que intentaría su supuesta y casi segura influencia para en mi favor. Fueron palabras vanas como otras muchas más que se llevó el viento.
El domingo anterior a mi salida, me fui a ver mi último partido de Liga. Quería marcharme con la memoria de una buena victoria y de un buen sabor de boca. Al final del partido, fue un pírrico 1-0 contra el Celta de Vigo, y eso que era el colista de la Primera División en aquellos momentos, en unos tiempos en que apenas si ganábamos nada, alguna Copa del Generalísimo y para de contar. Terminado el evento deportivo, y en un pequeño viaje en metro de 3 paradas, me sirvió de reencuentro para con los amigos de siempre y de toda la vida. Amistad forjada ya desde la escuela y que todavía hoy pervive. Tardes de baile, en que no teníamos mucha suerte con las chicas, que eran de mucho hablar y de poco bailar. Así fuimos siguiendo siempre hasta que pasados años, cada uno de nosotros por la trentena madura, fuimos cayendo como en los bolos de la bolera, uno detrás del otro por la trampa de la vicaría. O nos tenían ya muy vistos, o nosotros más mayores quizás nos arrimamos al único clavo ardiente que quedaba. Al cabo de los años he de decir, que cada uno de nosotros ha tenido con su respectiva mujer lo que se ha buscado, y no me extenderé en más detalles porque tampoco vienen al caso.
El día antes hice todos los preparativos para tenerlo todo a punto, y solamente quedaba ya esperar. Ya sabía el día y la hora de la presentación. Era justo en el Cuartel de Intendencia, que justamente estaba en mi misma calle pero abajo del todo y casi al principio, con lo que solo haciendo un pequeño y ligero paseo de bajada, llegabas al cuartel en unos 20 minutos aproximadamente. Justo el día anterior y por seguridad, fui a confirmar que era allí donde debía de presentarme, cosa que sí me confirmaron nada más preguntarlo. Por lo tanto ya no tenía escapatoria posible, o desertaba, y a partir de ese momento se me consideraba un prófugo no sé si peligroso, cosa que yo no deseaba, o me presentaba a la hora prevista junto con los demás compañeros de quinta, por lo que llegado el día previsto, al Cuartel marché una tarde bastante nublada y más bien gris, y muy bien acompañado por mi Madre y mi Hermana que vino de su casa en el último momento, un 20 de Octubre de 1971. La hora de presentación era para las 6 en punto de la tarde.
La llegada al Cuartel fue tranquila y pausada. Nos despedimos en el solar sin edificar de la explanada que había justo delante de la puerta del Cuartel, y que estaba bastante llena por cierto, de gente despidiendo a los futuros reclutas. Mi Padre, que aquel día no quiso hacer sus horas extraordinarias en su trabajo, quiso estar conmigo en los momentos justos de decirme adiós. Una vez en la puerta, ya no dejaron pasar a dentro a nadie de los acompañantes, que se quedaron a fuera esperando nuestra salida en formación de a 3 para ir a la Estación de Francia, donde había estacionado un tren especial fletado, que nos había de llevar a Madrid, primera etapa de nuestro viaje al Sáhara.
En el Cuartel, ya formados, encontramos a los reclutas que el día anterior habían venido en barco desde las Illes Balears. Chicos de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera, que ya nos llevaban 24 horas de adelanto, por lo que respecta a nosotros. Éstos últimos harían el viaje completo por Tierra, Mar y Aire. Ahora no recuerdo muy bien si también ya estaban allí los de Girona y pueblos de alrededor. Yo creo que sí.
Nos dieron un gran petate y no recuerdo si ropa militar, y a las 18:30 salimos todos en formación, para ir a la Estación, justo a 10 minutos del Cuartel. Fue digno de ver, en una de las aceras, a nosotros andando formados, y justo en la de enfrente todo el resto de familiares a la misma altura que nosotros, yendo también a la estación.
Ya estaba el tren formado en uno de los andenes. Era bastante largo y con muchos vagones porque según decían, iban a subir en él, bastantes muchachos de diferentes sitios. Tantos, como paradas hiciera el tren. La verdad, no fueron muchas, pero subiría bastante gente. Nos asignaron un vagón y en el subimos.
Los familiares en el andén, daban los últimos consejos a los chicos, que desde las ventanas de los vagones aceptaban estoicamente y con santa resignación. Justo, hasta que fueron las 19:30, hora en que el silbato del Jefe de Estación y el claxon de la locomotora eléctrica dieron salida al expreso. Digo expreso, por ser los vagones de 2ª clase para todos los que viajamos.

2.- EL VIAJE EN TREN A MADRID
El tren arrancó muy pesadamente y ya fue cogiendo buena velocidad, mientras el jolgorio en los vagones era evidente. Un capitán del Ejército era el encargado de liderar toda aquella marabunta de gente. Bueno Él, y un ayudante que me parece recordar que era un Sargento. Y así justo y rodando, empezó a correr el coñac que casi todos llevábamos en nuestras respectivas cantimploras. Hicimos conversaciones triviales relacionadas con todo lo militar y sin saber muy bien de què, habida cuenta de que nos esperaban 12 horas de largo viaje. Creo recordar que paramos unos momentos puntuales en Sitges y después en Vilanova i La Geltrú, donde algunos más se incorporaron, y de allí ya directos a Tarragona, que con una parada de media hora larga, se incorporaron los que habían bajado de Lleida y los nativos de la Imperial Tarraco, que fueron ocuparon los vagones vacíos de más atrás. Ignoro también si subieron a éste tren, los procedentes de Castelló, pero creo que sí, habida cuenta de que estaban también los nativos de Tortosa y pueblos colindantes del bajo Ebro.
En Reus, nuevamente parada, para que subiera más gente, del área de Valls y sus alrededores. Quedaban ya pocos vagones vacíos, pero seguro que se iban a llenar.
Entrada ya la noche y con el calorcillo del licor, risas, bromas y buen humor, en Caspe paramos un buen rato, para dejar pasar un mercancías preferente, y largo como un día sin pan. Era el lógico problema de circular por una sola vía. Pasó rápido el tren mercancías y arrancamos nosotros otra vez siguiendo el camino trazado.
La llegada a Zaragoza, fue sobre les 2:45 de la madrugada, y estuvimos en ella, ¾ de hora detenidos, para que subieran y se acomodaran pero muertos de sueño, los chicos procedentes de Huesca, Teruel y Zaragoza, que ocuparon los 3 últimos vagones del tren. El cansancio ya hizo mella en todos nosotros y a las 3:30 cuando de nuevo arrancamos, el sueño y el sopor del licor se apoderó de nosotros. Nadie estaba ni para juergas, ni fiestas, ni risas. Así que todos callamos y probamos de dormir.
Dormí alrededor de unas 2 horas, no más, y con un silencio sepulcral en todo el tren, cosa inimaginable hacia horas. Casi todo el mundo dormía y estaba aparentemente todo bien tranquilo y silencioso. Aproveché entonces de paso para ir al lavabo, porque pensé que tardaría bastante tiempo en poder hacer mis cosas. Un rápido aseo para despejarme y de vuelta al compartimento, donde la gente ya empezaba a despertarse. Ir al servicio a partir de entonces ya fue una auténtica quimera para según quien.
En Guadalajara subieron los últimos, si es que subieron o llegaron a subir, porque eso sí, el tren fue muy puntual y a las 7:30 en punto de la mañana entró en la estación de Chamartín de la Sierra. Allí nos bajamos y esperamos a que el Capitán pusiera un poco de orden a toda aquella marea urbana.

3.- MADRID, GETÁFE Y MI BAUTISMO DEL AIRE
Esperamos derechos en el andén, hasta que llegaron los camiones del Ejército, y fuimos subiendo en ellos para el traslado, todavía sin saber a qué sitio. Eran las: 8:15 de una mañana soleada. Atravesamos la parte norte de Madrid, para luego irnos desviando hacia el oeste, más o menos el mismo recorrido que hace ahora la actual M30, y que entonces todavía no existía, y luego por el Paseo y la carretera de Extremadura, nos llevaron a un Cuartel del que no sabría decir de que arma era, y allí nos equiparon ya con la ropa militar. Allí llegaron también un poco más tarde las huestes provenientes del norte: Gallegos, Astures, Cántabros, Vascos, Navarros y los Castellanos Viejos por un lado, y por el otro se incorporaron los Levantinos de: Valencia, y Alicante, y de lugares de: Toledo, Cuenca, Ciudad Real y el resto de Castellanos Nuevos. Encontramos a faltar quizás más por su gracejo a: Andaluces, Extremeños y Murcianos, que algunos listos de este cuartel, comentaron que esos, ya volarían directamente todos juntos y desde Sevilla. No preguntamos tampoco por los Insulares Canarios, por la razón obvia de que ellos solo estaban a un pequeño salto del Sáhara.
Estuvimos un día entero y algo más, hasta que por la noche del viernes al sábado, nos despertaron a las 3 de la madrugada, para volver a subir a los camiones que nos llevarían a una base militar de Getafe. Aquí ya pudimos ver, todo el extrarradio del Madrid nocturno por los todavía sucedáneos de las M40, y la A42, que entonces tampoco existían y sus alrededores, en la más absoluta oscuridad y a la luz de la luna. No conocía yo esa ruta, pero entre vueltas y más vueltas, al final se llegó a la Base Militar. Bajamos y esperamos como siempre hacíamos.
Ver aquellos aviones, puestos en hilera, de 4 motores y con hélices dando vueltas, era para pensárselo dos veces en subir y muchas más. Pero ya no hubo ninguna opción, subimos, nos sentamos en los extremos paralelos a todo lo largo del avión, y allí mismo al despegar en ese instante, fue mi bautismo del aire. Despegamos a les 6 de la mañana, y con un ruido ensordecedor volamos directamente hacia El Aaiún. Fue un viaje largo de 6 horas que luego resultó ser solo de 5, al tener que retrasar una hora todos los relojes, al ir de acuerdo con la hora canaria. No pude pegar ojo en todo el rato, y eso que me atonté un poco, pero el sol saliente mañanero que se filtraba por las ventanas impedía coger el sueño. Ver aparecer el continente desértico de arena en medio del mar fue como un alborozo extraño, ya que todos sabíamos lo que es un desierto, propiamente dicho.
Llegamos a El Aaiún a les 11 de la mañana, hora Canaria, y los Canarios ya habían llegado hacía muchísimo rato. Nos hicieron una fotografía cercana a cada uno de nosotros en bajar, y en tierra, esperamos a más camiones que habían de llevarnos al BIR. Subimos en ellos y tiramos millas en dirección contraria a El Aaiún, camino de Cabeza Playa. Carretera larga toda recta y con solo 2 curvas. Paisaje completamente desértico y lógicamente mucha arena. Se veían de lejos unos “bunkers” de piedra, hormigón y cemento, aparentemente abandonados, que su finalidad defensiva era evidente, pero efectiva, yo diría que más bien poca. Para mí que eran el producto del “folklore” armado, que en su momento hubo en el territorio de Ífni en 1957. Cerca de la una del mediodía dejamos atrás las 4 casas sueltas que había en Cabeza Playa, y por una carretera que corría paralela a la línea del mar, después de aproximadamente kilómetro y medio, entramos en el B. I. R. número 1.

4.- EN EL B. I. R. Nº 1
Nos separaron o dispersaron por compañías, y más o menos a los más conocidos nos metieron en la cuarta. Pasamos rápidamente una especie revisión médica, que no se si fue por médicos o por soldados veteranos. Que tanto da. Fuimos a comer. Aquel día había paella. Y después claro, nos tocó recoger los platos de casi todos los que habían comido. Después de la comida y ya en el barracón, pusimos a todo, un poco de orden a lo que llevábamos. Era sábado, y estaba todo bastante tranquilo. La tarde pasó sin apenas pena ni gloria y por la misma noche según nuestras literas, ya me tocó hacer la segunda imaginaria, de 1 a 3 de la madrugada. Ni dormí, ni antes, ni apenas un poco después, recordando todo el largo viaje y la experiencia vivida. Tanto me daba dormir en la litera de arriba, como en la de abajo, pero nunca me puse en la más alta si eran de 3 pisos.
El domingo, después de la correspondiente Misa de Campaña, ya no hubo nada más que hacer, paseos y visitas por el BIR, para familiarizarnos con todas sus instalaciones, ya que a partir del lunes empezaría nuestra instrucción de verdad y todas las demás cosas previstas.
Con el equipo a punto y todo lo demás, empezaba de verdad la “Mili” pero en plan ya un poco más en serio. Pero antes de eso tuvimos en una tarde noche que pelar entre todos unos 14 sacos de patatas un día cualquiera. Solo diré, que unos fueron a dormir a las 12, otros a la 1, otros a las 2 y los últimos a las 3. Fui uno de los afortunados de la 1 de la madrugada.
Al cabo de unos pocos días, aparecieron por allí los representantes y destacamentos de La Legión y los Paracaidistas pidiendo chicos voluntarios y prometiendo seguras emociones fuertes. Los más fornidos y atletas se fueron todos rápidamente al Tercio Don Juan de Austria III de La legión, necesitaban un entrenamiento duro para mantenerse en perfecta forma, y algún que otro despistado sí se mudó a los de las alturas con los otros. A los que se marcharon a otros lugares ya no los volvimos a ver más. Cada cual en sus cuarteles y hasta el final. Así sería.
El BIR, todo hay que decirlo, estaba a medio hacer o casi medio hecho, según como se mire. Hombre, si contamos que en años anteriores algunos durmieron en tiendas de campaña de 15 personas, nosotros todavía lo hicimos en barracones. Eso sí, las duchas y los lavabos estaban hechos pero todavía no funcionaban. Esperaban seguramente a alguien importante para su próxima inauguración. Y claro, la playa en estos casos, lógicamente fue un buen substituto para poder ir un poco limpio y decente.
Tal y como yo preveía, tardé una semana entera en poder desocupar los intestinos, pero no hubo ningún problema, el desierto era grande, largo y ancho, y de serpiente “lefa” no apareció ninguna. Mucho mejor. Más de una visita hice.
Los mandos del BIR, eran casi todos veteranos de la Guerra Civil Española. Ver un Teniente mandar y aparentemente más joven de lo habitual y recién salido de una academia, reconfortaba saber que el ejército, un poco ya cambiaba. Se decía, que todos los Sub Oficiales y Oficiales debían de pasar como mínimo 2 años allí. Y claro como todos, cuanto antes lo pasas mejor.
El sueldo sin ser un gran dineral, era de unas 250 Pesetas al mes. No era un gran capital, pero tampoco había porque despreciarlo. Se cobraba justo entonces el doble de los que estaban en la Península.
Como curiosidad diré, que las plantas y flores que circundaban el BIR para embellecerlo un poco, tenían su buena ración de agua potable. La nuestra era un poco salada y al final ya ni le notabas el gusto. Claro que a todo se acostumbra uno.
Hicimos de todo, instrucción, marchas por el desierto, y sobre todo obras, muchos trabajos de obras. Al final de casi de los 3 meses de instrucción, se inauguraron las duchas y los lavabos. Suerte pues, para quienes viniesen detrás de nosotros. A veces, solía salir a pasear yo solo por el desierto. Era una arena de grano pequeño, fácil de quitar. Daba un poco de paz ver la contemplación desértica, como dicen que da el mar.
Mientras nosotros hacíamos la instrucción normal, se oía hacer la instrucción a los “otros” del Sáhara, Policía Territorial creo, que a su paso ligero iban a su guerra cantando la canción del “Marranito”, al que iban a hacer chicharrón, por cabrón. Y continuaban después con la de “pelotas”, que era un estado de la República del Brasil. Por las noches no, por las noches no era así. Eran mucho más melancólicas y suaves, y lo normal en estos casos era entonar la Isa Canaria, del Palmero que sube a La Palma, y que nos hablaba de que no alumbraban las farolas del BIR, sustituto del mar.
Oír la radio, era oírla a trozos. Horas de castellano con música convencional y horas de árabe con música musulmana. Y mientras tanto si sintonizabas según que emisoras canarias, te enterabas de todo lo que hacía o llegaba a hacer, Antonio Cubillo, líder independentista canario del MPAIAC (Movimiento de Liberación del Archipiélago Canario). Un tiempo después lo apuñalaron en el vientre en un atentado en Argel, pero milagrosamente salvó la vida. Murió anciano el año 2012. Fue un precursor de otros líderes independentistas.
Después de mucha instrucción juramos bandera, fue un día grande y mejor menú. Se nos preguntó que a donde queríamos ir destinados. Francamente tanto me daba a donde ir. La mayoría quiso ir a El Aaiún, con la mayoría de los cuarteles allí. Imagino que al ser una población importante y con algunas pequeñas distracciones, era todo un poco más soportable. Por pura tranquilidad, yo pedí Infantería y en Cabeza Playa, tampoco sabía bien que mejoraba una cosa con la otra. No recuerdo ahora si me dijeron si quería ser Sanitario, pero lo cierto es, que en un camión a unos cuantos de nosotros después de la jura, nos llevaron directamente a Sanidad Militar a El Aaiún, y allí pasamos las fiestas de Navidad de 1971, y celebramos la entrada del Año Nuevo 1972. Saber que al final iba a ir a Cabrerizas, pero ir primero a Sanidad Militar, era de momento complejo de entender, pero yo solo obedecía órdenes.
Me toco hacer un solo cuartelero de día, y me escapé rápido del segundo, porque justo ese día me llevaban a Sanidad Militar.
A partir de la Jura de Bandera nuestra, ya se hizo normal que los Padres de los reclutas que lo quisiesen, pudieran bajar al BIR, a ver la pertinente jura de bandera de sus hijos. Se fletaron diferentes aviones y algunos bajaron. De todas maneras aún no se sabía, pero ya nos quedaba poco tiempo de estancia en el Sáhara. Apenas si un lustro escaso.
Muchos de los reclutas y soldados aprovecharon su largo tiempo de mili, y se sacaron por un módico precio de tan solo 180 pesetas incluidas las tasas, del carnet de Conducción B de coche y que servía en su momento para motocicleta, incluso más de uno continuó, y llegó hasta sacarse el de camión de Gran Tonelaje Articulado, que servía a la vez para conducir autobuses articulados de más de 17 metros y medio de largo. Pero eso sí, aquel que se lo sacó, camiones llevó, sobre todo uno que traía los panecillos del pan. Había también un Bus Urbano, que nos llevaba a El Aaiún, y que luego nos traía, que hacía más o menos, como un recorrido programado, y que circulaba a las diferentes horas según el día de la semana. Ligeramente alargado. Estábamos entre mezclados todos a dentro, nativos y soldados. Muy pocas veces lo hice servir, y pocos viajes hice, ya que no recuerdo ni el precio del billete.
Otra de las particularidades, era ir a comer al Aeropuerto, por muy poco dinero. Sí recuerdo conflictos internos y discusiones de haberlos visto i sentido, a la hora de ir a comer en los Cuarteles. Teóricamente tu sí podías comer en un Cuartel, pero claro, antes habías de avisar. Y claro, nadie avisaba, y a la hora de comer en según que Cuartel había los lógicos problemas. De hecho, tampoco no tenía mucho sentido, la verdad, salir del BIR y comer en otro Cuartel, por eso explico lo del Aeropuerto.
Del Parador Nacional justo nadie hablaba, curioso, seguramente sería porque no se comía, pero era entrar en Él y enseguida quien fuera, te miraban como si fueses una cosa rara y extraña. Unos meses después tuve que hacer unas gestiones en forma de reserva, pero eso ya es otra historia.
Y como no, también había un periódico deportivo que era ni más ni menos que el “Jabar Riadia”. Con 8 páginas tenía más que suficiente. Te decía incluso hasta las Mareas marítimas de toda una semana entera, a las diferentes horas y también su altura. Los horarios de los buses, y los vuelos de las líneas aéreas en 4 destinos fijos: Las Palmas, Madrid, Tenerife y Villa Cisneros.

5.- UN MES EN EL AAIÚN Y EN SANIDAD MILITAR
Para llegar a El Aaiún, habías de coger la carretera desde Cabeza Playa, pasar por delante del Aeropuerto y continuar hasta la Capital, y una vez pasabas por el centro y salías continuabas hasta una bifurcación, y allí estaba Sanidad Militar. Antes de llegar, recuerdo que la carretera aun calle, hacia una pequeña “s” o “chicane” y allí había otro cuartel.
Fui un día ver a un compañero del BIR, y me enseñó su barracón, y me llamó la atención ver un espejo al lado de la puerta con unas letras pegadas en la parte derecha. Si te situabas en lado izquierdo, las letras las podías leer, y te servían para darte un repaso general de tu estado antes de salir. Era gracioso leer en el espejo: Gorra, Cuello, Correajes, Galones, Guerrera, Cinturón, Pantalones y Botas. Al menos servía para salir correctamente.
De Sanidad Militar recuerdo principalmente dos cosas. Una, las bajas temperaturas nocturnas. En el Aaiún, de día pasabas bastante calor sobre todo en verano y de noche te pelabas de frio. Y la otra cosa buena, es que coincidí allí, con el más o menos famoso Torero: Pedro “Pedrín Benjumea” Durán. Gran persona, ya era bastante famoso, sencillo y cabal, que ya había rodado tiempo atrás una película cinematográfica sobre el arte de Cuchares. Ya licenciado, la vi en un Cine de mi Barrio. Bastantes años más tarde vi un artículo en el periódico EL PAIS de Madrid, en el que se hablaba sobre su fallecimiento y recordé el poco tiempo que pasamos juntos. Su hijo le sigue sus pasos. Descanse pues en Paz. Tengo guardado el artículo como recuerdo. Lo trata como si hubiese sido un suicidio. Como ya he dicho, pasamos las Pascuas Navideñas en Sanidad Militar, fueron un poco más alegres de lo habitual. El estar en una población importante que era la capital, todo ayudaba.
Mis compañeros de trabajo, me enviaron un lote de Navidad, que compartí con algunos de mis compañeros. Me mandaban recuerdos y me decían que ya me quedaba menos para volver con ellos. Y eso que solo habían pasado simplemente 4 meses.
De El Aaiún, recuerdo que el núcleo urbano no era muy grande, 2 o 3 calles principales y el resto más estrechas. Un cine normalillo en el que una tarde tranquila pude ver a Alain Delón haciendo de las suyas en la película “Círculo Rojo”. También recuerdo una Iglesia en una gran plaza creo que de nombre África. Y lo que llamaríamos el Zoco comercial, lleno de tiendas de alfombras, y con esa característica olor tan especial que hay en el ambiente y que distingue perfectamente a los países musulmanes. Otro lugar o “garito” que tenía un moderado cierto éxito, si la memoria no me falla y si no alguien ya me lo corregirá, era un local que se hacía llamar, o lo llamaban “los o la milagritos”, más por lo que insinuaba, que por lo que realmente hacía. Me llevaron una sola vez y francamente no era nada del otro mundo.
Los que éramos ya Sanitarios asistimos a unos cursillos rápidos de curas intensivas y otras cosas lindezas similares. Eran unos días tranquilos, pero a mediados de Enero de 1972, ya nos separaron para llevarnos a cada uno de nosotros a nuestros respectivos cuarteles. Unos fueron a Smara, en pleno desierto y cerca de Mauritania, otros a Villa Cisneros, a casi 750 Kilómetros más al sur, casi tocando al África Central. Algunos los más, se quedaron en los diferentes cuarteles de El Aaiún, que es al fin y al cabo lo que Ellos habían pedido. Nadie discutió nada y todos fueron a su respectivo sitio. Yo tal como había pedido, iba a ir a Infantería a Cabeza Playa y al Batallón de Cabrerizas. A mi compañero Rafael Bonastre Nadal, lo habían destinado a la Compañía de Mar del Sáhara. Así que metidos los dos en otro camión para allá que nos llevaron, era nuestro destino ya definitivo.
Él en su cuartel y yo en el mío, allí habríamos de pasar todo el resto de los 10 meses restantes que nos quedaban por hacer de mili. Él cada día venía con “sus enfermos” a la preceptiva visita médica, al Botiquín de Cabrerizas y que una vez terminada debía volver a su lugar, para volver a hacer de oficinista. Su puesto importante en las oficinas de Aguas de Alicante fue decisivo para la Compañía de Mar, y para hacer sus escritos. Tuvo más de una pequeña discusión amable con algún superior suyo por esa causa. De ese tiempo nació nuestra amistad que a día de hoy todavía perdura. Años después coincidimos en su viaje de Bodas a Barcelona. Yo le hice de cicerone por la Ciudad 3 o 4 días, en transporte público, al no disponer de un vehículo propio. Y Él hizo mismo conmigo, con su coche, en alguna visita mía particular a Alicante, estando de vacaciones. Asistimos junto los 2 junto con mi Padre en el Estadio José Rico Pérez, en 1975, a un partido entre el Hércules de Alicante y el Barça. Era de los de pretemporada veraniega. Con un resultado de 0-1, y un gol de Heredia, con una fuerte tangana, muy común en los trofeos veraniegos. Fue un mal día para ir a ver un partido. Lástima.

6.- EN EL BATALLÓN DE CABRERIZAS
La llegada al Batallón de Cabrerizas por mi parte, fue todo un acontecimiento, ya que al hacer los recuentos, siempre les faltaba uno, que nadie ni remotamente podía saber en que lugar estaba metido. Lo bueno del caso, y no lo sabían, no es que les faltara uno, si no que la cruda realidad era que les faltaban 2. La historia de éste segundo soldado perdido que ves a saber en dónde estaba, ya merece todo un apartado digno de ser explicado. Y su situación fue de lo más peculiar.
A la primera formación ya me descubrieron todos al llevar puesto un jersey de color verde, cosa que por lo que parece nadie usaba. La realidad es que abrigaba bastante y en Sanidad Militar, con el frio de Enero que hacía por el viento molesto y nocturno, se agradecía un poco de calor. De día la temperatura era más benigna tirando a alta. Estos contrastes en el desierto parecen bastante normales.
Me llevaron al Botiquín a prestar servicio con el Teniente médico y el Brigada Practicante. El Teniente tenía muy mal genio y se notaba una hora lejos que estaba allí muy a disgusto, supongo que su mujer que lo acompañó, lo tenía muy amargado y con ganas de salir pitando de allí. El brigada, enseguida se marchó, porque imagino que ya habría cumplido con su estancia programada. No volvieron a nombrar otro Brigada, hasta justo un mes antes de licenciarme. O sea, que entre la salida del uno y el poco tiempo del otro, prácticamente estuve yo solo en el Botiquín.
Los mandos importantes de Cabrerizas eran casi todos oficiales y jefes degradados, y el Batallón estaba considerado como de disciplinario. Tenía una pequeña prisión con 6 celdas, que nunca se usaban. El patio central, disponía de una pista reglamentaria de Tenis, que hizo las delicias de los que más sabían jugar. La Cantina o El Hogar del Soldado disponía de un futbolín bastante bueno, que fue la distracción casi permanente, incluso mucho más que la TV, pequeña y de Blanco y Negro, que nadie prácticamente se miraba. De las partidas de futbolín, recuerdo que siempre tenía a la misma pareja, un chico Mallorquín, que no quería nadie de compañero. Pero no por malo, sino porque no le entendían su habla.
Lo primero que me enseñaron al llegar a mi barracón a dormir, fue la huella de un disparo en el techo, de un soldado que se había pegado un tiro suicidándose. Quizás por ese caso ocurrido unos meses antes de mi llegada, hizo que los mandos aflojaran un poco, y fueran más fáciles en el trato. Pero aun así, no renegaban nunca de su grado y un Sargento Primero de profesión pura, oficinista, se jactaba de presumir delante de todo el mundo, y diciendo que ese “primero”, le reportaba la bonita cantidad de 1000 pesetas más de sueldo cada mes. Si pasó a Brigada, seguro que cobraría más.
Tuve algún encontronazo muy desagradable con algún mando “Chusquero”, de la Guerra Civil, solo por el hecho de hablar con mis compañeros cercanos y en nuestra propia lengua. Supongo que me tenían catalogado como de los no afectos al régimen. Si me vieran ahora, cosa que lo dudo, se horrorizarían al saber que pertenezco a Organizaciones Políticas y Democráticas. Más de una vez tuve que oír eso de “A ti, ya te tengo puesto el ojo encima. Tu eres de los otros”, pero claro, mucho bla, bla, bla, y al final, nada de nada. Solo la impotencia. Y si ser de los otros, era ser hijo de Padre que luchó por la República Española y que perdió la guerra y nieto de un abuelo a quien no conocí ya que en 1937, una bomba lanzada por una escuadra de aviones, no sé si por Alemanes, Italianos o Nacionales, volatilizó en el aire todo su cuerpo, pues sí, era de los otros. A mi Padre luchando en los campos de Extremadura le dijeron que si pasaba por la muerte de su Padre, ya no podría retornar y ya no vino. Luego más tarde lo trasladaron a la batalla de Teruel, que junto con las de Belchite, Brunete y el Ebro, fue de las más encarnizadas, sanguinarias y crueles de la Guerra Civil. El pobre, pasó más frio que miedo. Y traumatizado quedó con las temperaturas de -27º negativos en enero de 1938. Años después en la vida normal, siempre se quejaba del frio. Actualmente hace ya más de 22 años que ya no está con nosotros.
Hablando de encontronazos. Una sola vez fui a comer en el 2º turno. Había una sola mesa y ocupada por solo 3 personas y todo el resto del comedor estaba prácticamente vacío. Instintivamente me senté junto con ellos, cuando uno de ellos que parecía mandar mucho me dijo “muy agriamente”, que, qué hacía sentado en esa mesa. Ante mi sorpresa, y ya verles en el hombro el galón dorado de Cabo primero, sin decir nada, me levanté y me senté solo a comer en una mesa vacía unos metros más lejos. Cundo no te quieren en un sitio, mejor marcharse. Imagino que alguno de los otros 2 le diría que no me había dado cuenta. La persona que tan “agradable” me había dirigido la palabra, llevaba, decían, 3 intentos fallidos para el examen a Sargento. Supongo que debo ser comprensivo con eso. Desconozco si alguno de los otros 2, que estaban con Él en la mesa, uno de ellos era Manuel Furió Perpiñá, que también fue Cabo Primero. Puedo decir con alivio, que en Septiembre ya se marchó el “agradable”, y yo al menos ya no lo volví a ver. Ojalá aprobase su pase a Sargento, y pudiese hacer carrera en el Ejército. No hay cosa peor que la frustración y más si ésta es continuada.
Una vez en el Botiquín hube que ponerle una inyección a una señorita jovencita de unos 19 años, hija o sobrina de un mando de Cabrerizas. El jolgorio de toda la soldadesca por la situación creada e inesperada, fue en su momento realmente chocante. Vino la chica acompañada al Botiquín, con el inyectable. Mientras la esperaban a fuera, lo preparé todo en un momento, se bajó ligeramente un poco el pantalón, enseñó apenas un octavo de glúteo justo para que yo allí la pinchara. Y en menos de 3 minutos la cosa terminó felizmente. Me dio las gracias gentilmente, dijo que ni se la había sentido y se marchó tal como llegó. Acompañada. Los chicos al menos, tuvieron la santa decencia de no mirar el espectáculo por la ventana exterior, y al final, y entre todos sí que imperó un poco la cordura.
De “manitas” en Cabrerizas hubo algunos, pero especialmente hubo uno que lo llamábamos Sastre. No porque se apellidara así, si no por ser ese su oficio. Dominaba la tijera, el hilo y la aguja como un virtuoso de la ropa. Y otra de sus especialidades era la navaja y muy afilada. Yo le vi transformar en menos de 20 minutos, unas botas viejas, en unas sandalias modernas, duras y más útiles que las del Ejército. Hizo unos cuantos pares para algunos. Pero infelices de nosotros, cometimos 2 errores de bulto.
El primero, fue elevarlo a los altares, y el segundo, que muchos de nosotros nos las pusimos enseguida. Claro, a la primera o segunda formación, ya nos fueron requisadas por no ser reglamentarias. Una verdadera pena.

7.- EN EL BATALLÓN DE CABRERIZAS II
Un día ya del mes de febrero me comunicaron que debía de administrar una de las diferentes vacunas que regularmente nos tocaban, a un soldado nuevo que recién había acabado de llegar. Parece ser, que era el último de la lista que faltaba por llegar. Se llamaba Miquel Puig Safont y era de un pueblo pequeño de la provincia de Barcelona. Casserres. Campechano, bonachón, de tierra interior y resuelto en todo. Nos hicimos buenos amigos. Nada más llegar ya se encontró con un conocido de un pueblo cercano al suyo, y con cuyos padres tenían mantenian algunos contactos profesionales.
Me explicó su Odisea si se le puede llamar así, por decirlo de alguna manera. Lo habían sorteado como a mí, lo habían llevado al campamento de Sant Climent de Sescebes, cercano a Figueres, hizo la instrucción, había jurado bandera, tenía ya su destino asignado, no muy lejos, y cuando ya llevaba 15 días en su nuevo destino, va y le comunican que ha de marcharse para el Sáhara y al Batallón de Cabrerizas. Que todo lo que ya había hecho primero, le valía, pero que se debía a un imperdonable y lamentable error burocrático, y que se había de marchar.
El hombre se lo tomó con muy buena filosofía y con el petate al hombro se despidió de su destino y al Sáhara que se fue. Tardó la friolera de 15 días en bajar. Primero del destino a la Capitanía General. Luego en un tren borreguero desde Barcelona hasta Cádiz, luego en barco hasta Las Palmas, finalizar en avión hasta El Aaiún, y luego en un camión hasta Cabrerizas. Su llegada fue otro acontecimiento casi como el mío própio. Y lo más importante, ahora sí que ya estábamos todos los que teníamos que estar. Ya no faltaba nadie por llegar.
A mi pregunta de cómo era posible que hubiese pasado tal cosa, la respuesta que le dieron fue, que una vez sorteado, parece ser que no coincidían claramente las fechas reales del nacimiento y la de la inscripción en los registros. Esos días de diferencia le resultaron básicos. La verdad es que tampoco es que le preocupara mucho. En verano no sé cómo fue, pero cogió una infección de no sé qué, que le obligó a estarse casi un mes y medio entero en el Hospital Militar de Las Palmas de Gran Canaria. Se marchó como siempre, contento y por su propio pie y tal como se marchó, volvió un tiempo después.
Años después, un día que hicimos una excursión en el coche de mi hermano político estuve un día en su pueblo, lo busqué, lo encontré, nos vimos y se alegró de verme, comimos en su casa, con sus padres, hermana y esposa. La vida para Él, era eso, su trabajo, su familia y nada más. Gran persona. Hace tiempo que no tenemos tanto contacto, como no tengo coche y no puedo desplazarme si no es en tren, o me llevan otros, eso hace que mis contactos con los compañeros sean reducidos a la más mínima expresión.
Con los que viven en las capitales de provincia, es más mucho fácil, el tren llega a casi todas partes.
Otros compañeros principalmente de Madrid Capital, los fui a saludar años más tarde y Todos, me recibieron contento y recordamos las cosas pasadas.

8.- EN EL BATALLÓN DE CABRERIZAS III
Estar en Cabrerizas y no acercarse algún domingo por el BIR, era bastante común al menos al principio. Un domingo me acerqué ya que hacía un par de meses que había llegado una nueva remesa de reclutas. Andando por la carretera y cerca ya de la barrera de entrada al BIR, coincidí con un compañero de mi calle apellidado Viñes, que vivía unas casas más abajo de la mía y en concreto en un piso de una casa de la acera de enfrente. Por circunstancias que ahora no vienen al caso, no nos habíamos hablado apenas, nos habíamos visto, eso sí, Él iba a otra escuela del barrio y yo ni sabía que era más joven que yo. Nos vimos de frente y la cara de sorpresa de los dos fue mayúscula. Fue un acto instintivo por las dos partes, pero solo sé que nos dimos un fuerte abrazo delante de sus compañeros reclutas. Hablamos por primera vez, de lo divino y de lo humano, recordamos cosas de la calle y nos despedimos deseándonos suerte, en lo que quedaba de mili. Marchó con sus compañeros que lo esperaban, mientras yo entraba en el BIR a dar una vuelta. Apenas nada, poca cosa había cambiado.
Mi compañero Viñes, se licenció al cabo de 4 o 5 meses después que yo, volvió naturalmente a Barcelona, y tuvo la desgracia de morir enseguida poco después, joven, soltero, y por un problema en el hígado. Una pena, porque en las distancias cortas el chico, se hacía querer.
De mi escalera, a un vecino de nombre Antonio, le tocó a Jaca, y en la Alta Montaña, de la casa de al lado a otro de nombre Joan, le tocó a Caballería en Zaragoza, y uno de mis amigos de mi grupo, Pedro, fue a parar a Talarn en la Escuela de Sub Oficiales. Con Pedro, llegamos también a escribirnos y cartearnos de Cuartel a Cuartel. Todos volvimos a su debido tiempo. Unos antes y otros después más tarde.
Hice pocas guardia, unas 21 creo. Eso sí, una de ellas bastante lejos, y en la cinta que transportaba los fosfatos de Fos Bucraa. Allí tuve que intimidar una tarde a un nativo aborigen musulmán que se acercó demasiado a preguntar alguna chorrada. No estaba en esos momentos para preguntas tontas. El resto fueron en el cuartel y en la puerta de entrada. Recuerdo especialmente una de ellas, en plena luna llena. Era entonces un blanco perfecto para cualquier francotirador.
Estas cosas en las cartas que yo enviaba a la familia, no las ponía, porque no deseaba que mi Madre padeciera. Las madres sufren mucho. Escribía de todo dulcificando los detalles que es la mejor manera. A día de hoy todavía conservo toda la correspondencia de la “mili”. Padres, Hermana, Amigos, etc…
Los que esperaban la carta de la novia, era para ellos todo un sin vivir de melancolía. A veces te las enseñaban con sus besos pintados, para demostrarte y demostrarse a la vez que los querían. No era ese precisamente mi caso. Ninguna chica me escribió.
Otra moda más sofisticada eran las cintas de los “cassettes”, que enviaba la familia al soldado. Y que con el radio cassette en danza, los soldados oían las voces de sus seres queridos. A eso se le llama, tener imaginación.

9.- EN EL BATALLÓN DE CABRERIZAS IV
Ya estábamos en Mayo y los domingos por la tarde a primera hora mientras casi todos hacían la siesta, solo en el Botiquín y con el radio cassete, oía el Carrusel Deportivo de la Cadena SER. Todavía nos quedaban unas pocas esperanzas de poder ganar algo, pero aquella tarde del 5 de Mayo de 1972 en El Arcángel de Córdoba, los Fermín, Del Bosque, y compañía, con un penalti injusto que no lo era, nos ganaron, por 1-0, y al final otra liga perdida. La situación deportiva no cambiaba y seguía como siempre. Tardaríamos unos años más en poder darle la vuelta.
De músicos como en el BIR, también teníamos. Y siempre tocaban y nos cantaban lo mismo como una sola letanía. Al final ya esa música formaba parte de todo nuestro entorno. Se arrancaba el hombre cuando quería, por seguidillas de Cádiz, y nos contaba la susodicha historia de la “bata de lunares”, que le dejó su Madre. Y de tanto oírla, no la he olvidado en la vida todos estos años. Tampoco voy a reproducirla aquí. Ni es la hora, ni el momento.
Si quiero resaltar que una noche de mucha “juerga”, un Sargento de guardia nos obligó a levantarnos a todo el barracón a las 2 de la madrugada, nos puso firmes en el patio y en calzoncillos, a dar unas vueltas a paso ligero alrededor de la pista de tenis. Suerte que era Mayo. Después de 15 vueltas, todos a la cama y en silencio. Ya no hubo más juerga. Quiero explicar también una historia un poco rocambolesca, a la que nunca le he sabido dar una respuesta clara y concisa. Vino un chico mayor, castigado desde la Península. Se le notaba que tenía don de gentes y que era de modales muy finos o de clase muy alta. Nunca entró en los detalles de su castigo. Creo que era Alférez de Complemento o algo así, y que tuvo un “roce” con un mando en su unidad. Me ayudó a pintar el Botiquín. Me licencié yo. Y se licenció Él después. Y 5 años más tarde en 1977, nos cruzamos un día en una calle de Zaragoza con mis Padres. Nos saludó muy efusivamente. Me dijo que era un policía secreta. Por aquellos días los restaurantes de Zaragoza estaban en huelga, y quedamos al día siguiente para ir a comer a un pueblo cercano y que Él nos llevaba en coche. O lo hacíamos así o habías de ir a comer a unos grandes almacenes. Le esperamos una hora y media larga, y no apareció. Luego a última hora por la tarde nos lo cruzamos en la calle otra vez con Él y ya no nos dijimos palabra. Luego lo piensas con tranquilidad un poco, y crees que de policía no tenía nada de nada. Y pensando, pensando, yo creo que lo que de verdad nos quería hacer era un mal, en todos los sentidos y que al final en su sano juicio se arrepintió y no vino a buscarnos por eso. Caso muy extraño éste, que con el paso de los años nunca le he sacado el agua clara al asunto. Han pasado ya 40 años de éste suceso.
La sorpresa del verano fue que mis Padres me comunicaron que se liaban la manta a la cabeza y que venían a verme. Habían celebrado unos meses antes las Bodas Plata por los 25 años de matrimonio, así que marcharon primero unos días a Madrid, y una semana después llegaron a El Aaiún. Unos días antes pasé por el Parador Nacional de Turismo, y les reservé una habitación para 5 días. Los fui a esperar al Aeropuerto, y ver a mi Madre con pantalones no me fue fácil reconocerla. Una gran alegría el reencuentro, porque yo ya había comentado que no me cogería el permiso correspondiente, y que éste, se acumulaba al final, haciendo la mili un poco más corta.
De los 5 días que estuvieron, fueron uno a ver el cuartel, y fueron recibidos por los mandos. Aquello sí que era una gran novedad de verdad. Ya que nadie lo hizo. El Bir, solo lo vieron de lejos.
Me dieron fiesta cada día a media mañana para poder estar con ellos. Lo vieron todo, instalaciones, barracones, etc. Pasearon por El Aaiún, vieron el desierto en vivo, y compraron alguna “ganga”. La habitación del parador era muy confortable, pero tal como llegaron hubieron de marchar. Tenían el vuelo de vuelta para ir a Palma de Mallorca, vía Barajas, para ir el resto de las vacaciones a la casa de una hermana de mi Padre, y retornar después a Barcelona, ya que mi Padre debía de volver a su trabajo. La Temperatura estival en El Aaiún de día y en plena hora solar, rondaba en el verano canicular a los más de 52º entre las 2 y las 4 de la tarde. Calor máxima pero seca, no húmeda y que se podía resistir. Nada se movía, en esa calma chicha. Me acerqué una vez por Sanidad Militar a saludar a la gente que había, y desde allí mismo, se veía la carretera que te llevaba al lejano Cuartel de La Legión, que se veía allá a lo lejos. La carretera bajaba por una pendiente para atravesar la ladera de un rio seco, que yo creo que era el famoso rio de oro, para volver a subir un poco de cuesta y desembocar en el Cuartel de La Cabra. Eso sí, según que noches, el termómetro te bajaba hasta los 16, y éste contraste el cuerpo quieras o no, lo acusaba.
El verano también trajo los baños playeros, que derivaron en la busca primero entretenida de “chirlas”, y segundo casi como una obligación. Algún mando reclutó a más de uno para hacerle hacer éste tipo de trabajos.
El Teniente médico se fue a su tierra de Extremadura con su mujer, los dos meses enteros. Su sustituto, era como el rio Guadiana, a veces aparecía y a veces no. Salimos del apuro como pudimos. Recuerdo que el médico me comentó antes de irse, de que había solicitado para Él mismo una pistola pequeña Star de calibre 39. Yo creía que los Tenientes ya tenían ese tipo de armamento. Llegó procedente del Ministerio, envuelta en una caja, y con su munición correspondiente en la otra, y al volver al Sáhara, allí en su despacho se la encontró.
Había al lado del Botiquín, una sala pequeña de cine con sillas, y yo pasé alguna película, pero duró muy poco. Llegaban en bastante mal estado. Un título que pasé: Semíramis, esclava y Reina, con Virginia Mayo que era una pelirroja de armas tomar. Antes de Septiembre les dio por pintarlo todo, así que me tocó ayudar a pintar el Botiquín. No hacía ni 3 meses que se había repintado otra vez. Había de venir al Batallón, el General de División Fernando de Santiago y Díaz de Mendíbil, que era el gobernador militar de la Provincia del Sáhara.
Y vino claro, lo tuve delante de mí, y hablamos unos breves momentos, se interesó por todo lo relacionado con el Botiquín, y la sorpresa fue que estando Él derecho, no me llegaba ni al hombro de bajito que era. Francamente, a veces te esperas más de la vida. I más, si es tratándose de todo un General.

10.- EN EL BATALLÓN DE CABRERIZAS V
Llegó el otoño, y ya era preciso prepararse para la vuelta de nuevo a la realidad de la vida civil. Tuve que avisar con tiempo más que suficiente de que cuando yo me marchase, no habría ni Practicante, ni Sanitario. Ese fue el detonante para que espabilara quien tenía que espabilar y a finales de Septiembre vino un nuevo Brigada Practicante, de Escuela y de nueva generación que habría de empezar a rejuvenecer el Ejército. Se llamaba Javier García Alejandre, y se adaptó enseguida a la realidad. Sabía pues desde un principio, lo que se llevaba entre manos.
Radio Macuto, que éramos todos nosotros y que no se sabía bien quién era la fuente de origen, dijo que al Teniente Coronel, le había llegado una nota de “muy arriba”, en la que le comunicaban que si aguantaba año y medio más en Cabrerizas, podría ir de Director a la Academia General Militar de Zaragoza, ya con el grado de Coronel, vacante que había solicitado Él por antigüedad y que al ser Él de Zaragoza lo hacía con la intención de paso, de terminar sus últimos años de servicio activo, para así poder pasar directamente a la reserva con el grado de General de Brigada. El hombre, del que las malas lenguas decían que había sido degradado 2 veces, estaba más feliz que unas castañuelas. Desde luego, quien no se conforma es porque no quiere. Dicen que la primera fue por una discusión pelea, y que la segunda, un conato de lo mismo. Hombre mirado así, malas pulgas hay que reconocer que sí tenía.
Llegó a Cabrerizas casi al final de mi estancia y en los últimos días, un Teniente a cumplir su cupo, que parece ser conocía a la Madre de mi hermano político. Me dijo si necesitaba alguna cosa o un permiso, le dije que me licenciaba en unos 15 días, así que muchas gracias por el ofrecimiento. Por tanto, Él ya había cumplido con su parte, y yo también.
Pedí un poco más de dinero a mi Padre para poder comprar alguna cosa que valiese la pena antes de irme. Me mandó dinero, y luego encima yo tuve que hacer de banco y sin intereses, con el compañero de la Bata de Lunares, que se había quedado por llamarlo finamente, un pelín corto. Tuvo eso sí, la gentileza de devolvérmelo ya en Barcelona y por correo certificado. Cumplió. Bien está lo que bien acaba.
Compré alguna cosa más que nada por cumplir con la familia y dejar a casi todos contentos. Lo puse todo dentro de una maleta como pude y a esperar el final. Tuve que prometer y cumplir, que iría a la casa de algunos compañeros que vivían en Barcelona, para llevarles las cosas que les habían comprado y así aprovechaban mi viaje mucho más cargado de lo normal, y así lo tuve que hacer. Recuerdo especialmente una Madre muy sufridora, que me cogió un cierto aprecio y a la que visité en varias ocasiones hasta que su hijo se licenció también.
El 3 de Noviembre de 1972, celebramos la Diana Floreada bailando a corro por el patio. Nos despedimos de todos y ya nos llevaron al aeropuerto. Las caras de más de uno de los que se quedaban allí, puedo decir que eran todo un poema. Tampoco era tan trágico, solo se trataba de aguantar unos meses más.
Se formaron 3 grupos. En el primero salían para Madrid, y con ellos los del norte a sus respectivas ciudades en otro vuelo programado desde Barajas. En el segundo iban a Sevilla, y luego en tren cada uno hasta sus lugares correspondientes. En el tercero íbamos a Barcelona vía Las Palmas, Gando, con solo los Catalanes, Canarios y Valencianos, y éstos últimos en otro vuelo a Valencia. Pusieron muy mala cara, porque ya se venían a venir lo que pasaría, como finalmente ocurrió así. En Barajas la Guardia Civil de Aduanas, hizo la vista gorda con los equipajes. En Sevilla parece ser que fue igual, pero amigo mio, en Barcelona se hincharon, y con toda la mala fe del mundo, a jodernos todo lo que pudieran y más. Yo llevaba apenas poco y por solo 132 pesetas, me dejaron pasar una radio un poco grande y alguna cosita más.
Los Canarios que eran los que iban con nosotros, llegaron enseguida a su destino sin ningún problema burocrático aduanero. Fue una despedida rápida, y para casa que falta gente. Nosotros aun tendríamos que esperar unas 3 horas largas, para salir directamente hacia Barcelona. Aprovechamos la espera con cortos paseos por la terminal, y la compra de ultimísimas cosas.

11.- DE VUELTA A LA VIDA CIVIL
Volamos directamente a Las Palmas de Gran Canaria y en 3 ½ horas más tarde volvíamos a volar con destino directo a Barcelona. Aquí hubo que volver a poner los relojes en la hora oficial peninsular. Como ya he dicho y no repetiré, lo de El Prat, fue todo un poema, pero mira, las cosas son así. Los valencianos echaron pestes por la boca y se fueron a sus casas de muy mal humor. Apenas si hubo despedidas. Ya que no estaba el horno para demasiados bollos de ninguna clase. Francamente fue una pena.
En el Prat ya me esperaban mis Padres, Hermana y una hermana de mi Madre, que estaba unos días viviendo en nuestra casa. Al final solo había sido 1 Año y 15 días. Lo ves y lo dices, pues no parece que sea tanto, ni tan largo. Estás y lo vives, y parece que sea una eternidad. Ni tanto, ni tan calvo.
Besos, abrazos y ya vuelta a la normalidad. Al día siguiente fui a ver a los amigos que me recibieron con alegría y simpatía a la vez. Mi amigo Pedro de mí quinta, ya hacía unos meses que ya había vuelto de Talarn. Él y su hermano Juan, encontraron trabajo enseguida los 2, de linotipistas en La Vanguardia. Jaime seguía en Transportes de Barcelona, y yo volvía a mi empresa de siempre.
Como la cabra siempre tira para el monte, ya en mi primer domingo liberado fui a ver a mi equipo. Si en el Partido de la despedida, fue el pírrico 1-0, contra el Celta. El del retorno no pasó del triste empate a 0 y contra el Málaga. Íbamos a peor parece. Suerte que a los 9 meses vendría Johan Cruyff, para sembrar su excelente cosecha, y eso que todavía nos faltaban más de 14 años y medio, para que naciera Leonel Messi, y nos regalara alegría con sus 502 Goles oficiales, (que en realidad ya son 534 Totales a día de hoy). Los marcados en los partidos amistosos se juegan, y también han de contar. La Ciudad tampoco ya no era la misma, que comparada con la actual de ahora, se podría decir que era una verdadera delicia, pero de Ciudad yo ya no podía cambiarme.
Volví a mi trabajo, pero tampoco ya no era lo mismo. Se había burocratizado al máximo y en exceso, la gente tampoco era la misma, lo de una gran familia, había pasado a mejor vida, y visto lo que había, era mi gran oportunidad para intentar hacer un cambio a mejor, y así lo hice, lo busqué y lo encontré. Pero como todo en la vida no son flores ni violas, lo que parecía mucho e interesante, fue resistiendo 16 largos años, hasta acabar diluido en nada. Un año antes y sabiendo que los números no salían, antes de la disolución volví a moverme con la ayuda de la Mujer, y con 39 años cumplidos logré con éxito entrar en el Ayuntamiento de Barcelona, como contractado Laboral Indefinido, y eso fue una gran suerte de cara a mi futura Jubilación. Había Funcionarios y Laborales. Los Funcionarios son de carrera y tienen la plaza en propiedad. A los laborales nos podían mover. Ya sabía también que éste sería mi último trabajo, como así fue. Me quedaban 26 largos años de trabajo en la “Casa Gran”, que es como se conoce al Ayuntamiento. A los 61 años decidí Jubilarme Parcialmente, cumplía con todos los requisitos para pedirla. Así que al cumplir los 60, y durante un año entero ya fui mentalizando a la Mujer, para que no le viniera todo de nuevas. Al ser Contractado Laboral, de una bolsa de trabajo que tenían, contrataron a una persona de substitución, de manera que yo solo debía de ir 3 meses seguidos al año. Me dispensaron de hacerlo los 2 años siguientes, excepto en el último y con los 65 cumplidos alcancé la Jubilación Total Definitiva, con el 100 % del sueldo y la Pensión máxima. No podía quejarme.
Jubilarme, fue una gran liberación a medias, con la Mujer un poco delicada, pero que aún, si quería, podría hacer bastantes cosas todavía. Primero me saqué la prueba de Acceso a la Universidad para los mayores de 45 años, cosa que logré al segundo intento, que todo hay que decir, fue bastante más fácil que el primero. Hicimos las pruebas correspondientes, en la Facultad de Física de Barcelona, y saqué un 7 con algo. Busqué entonces, que carrera universitaria me podía interesar estudiar, y dudaba entre hacer: Geografía, Sociología o Bibliotecario, cuando de súbito conocí a un Periodista del diario Sport que había publicado un pequeño libro con bastantes errores por falta de información fidedigna. Me presentó a gente, y entre 4 personas escribimos y presentamos en menos de 1 año el libro “El Gran Diccionari dels Jugadors del Barça”, del que se hicieron unos 15.000 ejemplares para regalar en un día de Partido que fue contra el Valencia unos días antes de Sant Jordi. Un mes después fue la presentación oficial en el Auditori 1899 del Club. Antes hubimos de repartirnos por las diferentes emisoras de radio y TV. Tiempo después y con más calma, los mismos 4, nos hemos dedicado a completarlo, y a corregir los posibles errores.
Aproveché también para hacer junto con un amigo mío que vive en el piso de abajo, y a pie, el “Camí de Sant Jaume” o “Camino de Santiago”. Fueron 121 Km a pie, en 6 etapas y con 7 kg. de peso y mochila a las espaldas, desde Sarria, a Compostela. Ahora quiere que lo repitamos otra vez y desde Roncesvalles y en solo 30 días, y continuar hasta Fisterra. Él ya lo ha probado el primero, y desde luego sí que lo ha conseguido. Yo de momento no puedo dejar a la Mujer sola 30 días. Me necesita.

12.- LA REALIDAD ACTUAL
Han pasado ya 45 largos años desde que estuve en el Sáhara. No he vuelto nunca a poner los pies allí. Reconozco que sí me gustaría volver otra vez, pero creo que por lo que me cuentan de quien ha vuelto, y por las fotografías que he visto, me da la impresión de que me llevaría más de una decepción.
Parece ser que ahora existen 2 carreteras de forma paralela, separadas a pocos metros una de la otra. Trabajo pues imberbe.
El BIR y Cabrerizas, deben de ser un montón de ruinas apiladas a la vista de todos. Villa Cisneros ya ha cambiado de nombre, como en su tiempo ya pasó con la isla de Fernando Poo en la Guinea Ecuatorial. Y solo los más nostálgicos de nosotros se atreven a ir, más por pura curiosidad que por otra cosa.
Si algún día puedo volver, cosa que por ahora es bastante difícil, ya sé que hay quien organiza viajes nostálgicos.
Los años 1975 y 1976, fueron para quien estuvo, unos años de fuertes sobresaltos. La conocida marcha verde organizada por el Rey Hassan II de Marruecos, acabó con la retirada definitiva de las tropas en febrero de 1976, lo vi y lo seguí todo por la TV.
Pasé las correspondientes revistas militares, hasta que cumplí los 38 años, con la licencia definitiva. Y puedo explicar sin ninguna vergüenza, que alguna noche y en más de una y en más de 3, he soñado con que volvía otra vez a Cabrerizas a hacer la “mili”. Realmente no puede considerarse que sea una pesadilla, y quizás sí más un deseo. Al despertarme por la mañana y recordar el sueño pasado, volvía por unos momentos la nostalgia.

EPÍLOGO
Un día de enero del año 2011, leí en El Periódico de Catalunya, que había una exposición itinerante sobre La Mili en el Sáhara, y que se mostraba en el Ateneu del Clot. Me acerqué una tarde, entré, y la vi, y a partir de entonces, volvieron a mi cerebro los recuerdos de entonces.
Hablé con los diferentes compañeros que había por allí, de cosas, de personas, y de todo y más. Fue como un retorno al pasado.
Después de 6 años de poca actividad, me han llamado diferentes compañeros que me recordaban de entonces. He de reconocer que ha sido en general una grata sorpresa por mí parte.
Ahora también soy socio numerario, tengo mi carnet de la Asociación y ya he estado en un par de veces a las reuniones que se hacen cada primer sábado de mes en Cabrils. No he asistido todavía a una de las importantes de verdad y que se hacen anualmente, y en diferentes sitios de España, pero no desisto de ello. Éste año 2017, es en la ciudad cántabra de Santander, y parece que tiene por adelantado el éxito asegurado allá donde se celebran. La que se haga alguna vez en Barcelona, o cerca de sus alrededores, esa, seguro que no fallaré.

AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a mi cerebro todavía activo, el que haya podido plasmar aquí todavía, todos mis pensamientos, de mi año entero en el Sáhara, y en tan poco tiempo. A partir de aquí, lo lógico hubiese sido también, que ya hubiese incluido, toda la larga relación de nombres y apellidos de todas las personas que compartieron todos esos tiempos conmigo. Pero claro, es muy difícil acordarse de todos ellos, y no era plan de olvidarse de nadie en éstos casos.
Porque ni están todos los que son. Ni son todos los que están. Quizás por ello al principio de éste relato, he dedicado todas estas páginas a todos los que estuvieron conmigo, antes y después. Así de ésta manera y en general, no me olvido de nadie, y nadie podrá sentirse excluido.
Pido excusas por si el relato se hace largo y pesado. Pero recordar todo esto conlleva escribir mucho.
Quiero pedir disculpas, por si alguna de las cosas que he explicado no coincidiese en el tiempo, lugar o situación.
He intentado seguir cronológicamente más o menos los hechos y creo que son bastante fiables y fidedignos, pero aceptaré de buen grado cualquier rectificación que mejore éste escrito. Así como los pequeños e importantes detalles que los “Saharianos Veteranos” me puedan aportar y que seguro será bienvenido.
Quizás he sido un poco más extenso de lo habitual, recordando estas cosas o vivencias. El compañero Manuel García López, que en la revista de la Asociación nos animaba de verdad a explicar nuestras cosas, aventuras, vivencias o detalles, me han permitido expresar mis vivencias. El considerará a su juicio y criterio si es que lo quiere publicar entero, por trozos o capítulos, o no hacerlo por largo y pesado, lo dejo por entero a su completa elección.
A partir de aquí, doy por concluido el relato y paso a expresar mis agradecimientos personales.
Quiero agradecer en la persona de Manuel Furió Perpiñá, que fue la primera persona que se puso en contacto conmigo gracias a la información que le dio Rafael Bonastre Nadal, y que me informa adecuadamente de las reuniones entre compañeros que se hacen fuera del ámbito normal de Cabrils.
Mi agradecimiento a Rafael Bonastre Nadal, que se ha mantenido fiel nuestra amistad, y me ha hecho recordar algún pasaje que yo no tenía tan reciente.
Quiero agradecer personal, y expresamente también en la persona de José Luís López Rodríguez, que tiene la santa paciencia por decirlo así, de venir a buscarme y de llevarme a Cabrils, las veces que sea, y las que haga falta, y de devolverme en coche hasta mi casa de Barcelona. Quiero aclarar que aunque yo no tengo coche, si tengo el carnet de conducir, y lo que realmente no me gusta, es precisamente eso, conducir. José Luís, fue la persona con la categoría militar reconocida de Sanitario, que sustituyó en su momento oportuno, a la persona que me sustituyó a mí en el Botiquín del Batallón de Cabrerizas.
También mi agradecimiento al compañero Manuel García López. Alma de los encuentros en Cabrils, y que desde las páginas de la revista de la Asociación, nos anima a explicar nuestras aventuras militares pasadas.
Y por último un agradecimiento especial para mi esposa Anna María por la paciencia que tiene, que es mucha, y a mi hija Agnès que me lo resiste todo sin protestar en nada, y que no saben nada de todo esto que yo he escrito aquí y que a lo mejor va y un día lo ven, y hasta lo mejor incluso, lo leen.

Con todo mi afecto personal para todos los Veteranos Saharianos.
Mayo 2017

Un saludo muy afectuoso de Jordi Mas i Cereza – 67 años.
Sanitario del Batallón de Cabrerizas – Reemplazo de 1970 – y 4º Llamamiento.

Mas i Cereza, Jordi. (B) 10-05-2017
Infantería, Bón. de Cabrerizas, Sanitario.
Cabeza Playa. 1971-1972