Exposición Fotográfica
04.- La mili en los cuarteles: el paso lento de los días
Una vez jurado bandera, marchábamos a las distintas unidades militares. Allí comenzábamos otra etapa de aprendizaje ya más especializada y relacionada con el cometido de la unidad: Artillería, Ingenieros de Transmisiones o de Zapadores, Tropas Nómadas, Policía Territorial, Intendencia, Sanidad, Aviación, Compañía del Mar, etc. A su vez, dentro de éstas, destinos en oficinas, talleres, cantinas, cocinas y los propiamente militares, por supuesto. La llegada a estas unidades significaba comenzar de nuevo.
Si al jurar bandera habíamos creído completar una fase de nuestra mili, y que la siguiente sería mejor, los veteranos de la unidad se encargarían de sacarnos de nuestro error. Allí seríamos durante tres meses auténticos reclutas, propicios a todo tipo de novatadas. La temible “pastilla” que cada cual aguantó como mejor pudo.
Una vez instalados en esos puestos, se trataba de integrarse en la rutina cuartelera, realizar las actividades correspondientes y tratar de pasarlo lo mejor posible en esas circunstancias. Tratar de hacer las cosas bien y no ser arrestados o abroncados. Si se podía, siempre había ratos para la diversión o el discreto escaqueo. Algunas instalaciones, sobre todo en ciudades como Sidi Ifni, El Aaiún, Villa Cisneros o Smara, eran aceptables, aunque poco cómodas, pero tenían la ventaja de permitir una mínima vida fuera del cuartel en los ratos de ocio.