“RECUERDOS DE BIR NZARÁN, ATN II, 1972-1973”

Seguro que tiempos pasados fueron peores, con mi recuerdo, admiración y reconocimiento a todos aquellos que en condiciones peores que yo estuvieron haciendo su Servicio Militar en el Sahara.
El puesto de Bir Nzarán está situado en una planicie desértica y desoladora, el poblado estaba compuesto por unas pocas viviendas de nativos que daban pocas posibilidades para, desde el punto de vista de la convivencia, relacionarse, la forma de vida de estas gentes se basaba en la ganadería, dromedarios, cabras, cebús, etc. y / o ser “empleados” del Ejército Español. El Pueblo el Saharaui es receptivo, acogedor, yo dejé grandes amigos entre los nativos que fueron compañeros durante ese periodo de mi vida.
Mis recuerdos de mi estancia allí, como soldado de ATN II, Mía Montada, 1972-1973, son como flashes en el tiempo, en una sensación general, debo decir que la miseria que nos rodeaba y la que se nos obligó a padecer a los que estuvimos allí han sido circunstancias que nunca he olvidado a lo largo de mi vida como lección de humildad y supervivencia, claro ejemplo fue el pueblo Saharaui que yo, y todos los Saharianos, tuvimos la fortuna de convivir y compartir su amistad.
Recuerdo algo que me ha servido a lo largo de mi vida, en las patrullas había un guía que siendo yo conductor me indicaba la ruta en las pistas mediante un gesto con la mano y un sonido gutural, como un chasquido de la lengua, comentábamos frecuentemente anécdotas y vivencias para pasar el rato, en una ocasión me dio una lección que yo no he olvidado: Zopeque en la vida siempre hay que ENCONTRAR EL NORTE.
Recuerdo la noche que llegamos, procedentes de Aargub, al destacamento de Bir Nzarán, era noche cerrada y nos esperaban unos seres ennegrecidos que se pusieron a danzar alrededor del camión profiriendo gruñidos guturales: ¡uh, uh, uh!, yo con mi optimismo habitual les proferí un: ¿qué tal guripas?….y pasó lo que tenía que pasar, durante mas de una semana recogí mi colchón mojado en el pozo, aparte de otras pastillas generales que nos tocó padecer.
Recuerdo, al mes de estar en el puesto de Bir Nzarán, como me presenté voluntario para cocinero de Oficiales en Bir Nzarán, José Luis el cocinero se licenciaba y durante un mes aprendí deprisa, siempre me ha quedado la afición a la cocina y la practico siempre que puedo, en el puesto había un teniente de Zapadores y un teniente ATN, aparte de las visitas que nos hacía el teniente de la PT con su esposa, casi siempre para cenar, en este sentido recuerdo como me leyó la cartilla el teniente ATN, llamado “F”, en el sentido de lo que no podía hacer, básicamente se trataba de no tocar, no comer ni beber, ningún producto de los que yo debía manipular para dichos Oficiales, en ese momento en lo que mas pensaba yo era en el agua fresca que había en el frigorífico, no obstante recuerdo las ventanas posteriores de la cocina, pequeñas, pero suficientes para que Zopeque pudiera resolver el problema. Una anécdota que recuerdo es cuándo el Teniente de Zapadores me dijo que lo “pelara”, yo le manifesté que no lo había hecho nunca, pero eso no fue óbice para que me dijera que me pusiera manos a la obra, así lo hice y fue el modelo “perola” mas bonito de los que he hecho en toda mi carrera de peluquero.
El teniente “F” de ATN, era un gran aficionado a cazar Gacelas, recuerdo que se había hecho una “prótesis” en la pistola que le permitía utilizarla como un fúsil, era un alargo apara apoyar en el hombro y apuntar mejor, salíamos frecuentemente a cazar pues dicho Teniente era un gran tirador, hay que decir que la emoción de los Jeeps a la carrera en persecución es algo imborrable y la carne de Gacela, vistas las circunstancias, un manjar.
He visto una foto en esta web del sargento nativo que nos dirigía en la instrucción, está localizada en Tichla, lo mismo que el teniente “F”, foto en Tichla, recuerdo que el sargento empleaba mucho la expresión “españolos”: un, dos, un, dos……..realmente el rigor era muy bajo y el “cachondeo” muy alto.
Algo curioso fue una vez que nos visitaba el Teniente Coronel y teníamos que aparecer decentemente vestidos, fue una odisea “reparar” aquellos cuerpos serranos con prendas visibles y decentes, estábamos hechos unos “zorros” y daba miedo mirarnos a nosotros y nuestras indumentarias, hicimos lo posible por pasar “ el trago”.
Algo que jamás he olvidado es la recogida en una de las patrullas de un dromedario agonizante, lo subimos a duras penas a un jeep y lo trasladamos a la base, era una masa de huesos, el teniente me encomendó cuidarlo y después de una primera tanda de 25 cubos de agua dimití agotado hasta el día siguiente, le di de comer y beber cada día y a los dos meses estaba en perfecto estado de revista…….nunca supe si su mirada era de agradecimiento o amor, por si acaso nunca le di la espalda.
Uno de los momentos difíciles fue cuando empecé a deshidratarme y afortunadamente “el doc” del destacamento acertó con unas pastillas de un compuesto de sal y pude recuperarme de forma satisfactoria, he visto una foto de Juan que está al lado del citado “doc”, era de Sevilla y un buen compañero.
Recuerdo como los chinches nos, me, sacaban a hombros del inmundo barracón de la tropa en Bir Nzarán, era básicamente de madera y hacía un calor insoportable, barracón en que estábamos unos 40 Españoles, inmediatamente propuse un zafarrancho de combate para eliminarlos, “Operación chinche”, a tal objeto el “chispa” me dejó un soplete y con todas las camas en la arena empezamos “las fallas” , no sé cuánto tiempo hacía que no se limpiaba el barracón pero si recuerdo el sonido de esos bichos al reventar por el fuego, era como el estallido de un pequeño petardo, es de destacar el poco interés y exigencia por parte de los mandos en este aspecto sanitario.
Aprendí a dormir en el suelo, buscando el fresco del pavimento, las condiciones en las que tuvimos que vivir en aquel barracón son difíciles de explicar.
Aprendí a forrar las botellas de agua de vidrio con saco, para que una vez mojado y colgado de la ventana la brisa, aunque caliente, las refrescara un poco.
Las sábanas, mantas, chilaba, etc. para que os quiero contar, la mierda que tenían era difícil de expresar con palabras, ahí iniciamos otra labor de lavandería que al menos nos permitió estar en contacto sin el peligro de infección, al respecto recordar que cada vez que se licenciaba algún compañero los demás escogían lo mejor de su ajuar, quedando para los que llegaban los restos de lo peor.
Miedo, he leído casi todos los escritos de esta web y realmente no he conseguido saber si alguien tuvo las mismas sensaciones que tuve yo, recuerdo las guardias en noche cerrada, oscura, y lo mal que lo pasaba, yo oía ruidos y veía sombras por todas partes, como el sargento me daba órdenes de circular en la guardia y como yo me adosaba a la pared del barracón con el cetme montado, a mi no me importa reconocer que yo tuve miedo, los rumores y macutazos que nos llegaban del norte no ayudaban para nada a que nos fiáramos de ningún compañero Saharaui, en cualquier momento podíamos tener una sorpresa, esa era mi sensación.
Recuerdo a un compañero que jamás se integró, analfabeto y de profesión pastor, se ofrecía para hacer guardias a cambio de una cierta cantidad de dinero, acabó suicidándose…..descanse en paz. Recuerdo también los gritos de algún compañero, entre sueños llamando a su madre, la verdad es que el entorno y aquel maldito barracón daban para eso y mas.
AIWA y JEFFERSON AIRPLANE, ¡que gran radio casette!, ¡que gran conjunto!, cuantas canciones grabamos a pesar de las dificultades de la cobertura de las emisoras, recuerdo también al cabo de Zapadores que tocaba la guitarra estupendamente y que en Intendencia hacíamos nuestros pequeños conciertos y juergas, ahí, gracias a él, me aficioné a la música Sudamericana, sobre todo a Iturralde y Atahualpa.
Recuerdo también como me habitué, junto con otros compañeros, al footing, muchas tardes aprovechábamos que hacía menos calor y corríamos hasta desfallecer, esa época fue especialmente buena desde el aspecto físico, conseguí un gran estado de forma.
El nuevo fuerte de Bir Nzarán, se estaba construyendo y los compañeros que estaban destinados a ese menester trabajaban en unas condiciones muy precarias, el calor era sofocante y el esfuerzo por regla general grande, yo fui afortunado al estar de conductor y cocinero de Oficiales.
La cocina de Bir Nzarán era una inmundicia, realmente Prego, un gallego todo corazón, nuestro cocinero, tuvo que trabajar en unas condiciones muy precarias, otro aspecto importante, creo que será general a todos los puestos avanzados, es la dieta, recuerdo aquellas judías estofadas a 50º de calor que no se “las saltaba un galgo”, recuerdo también los bloques de carne congelada Argentina que estofada estaban de “chúpame dómine”, en alguna ocasión comprábamos o confiscábamos un cebú que pasaba a la dieta de la tropa, manjar exquisito, también en repetidas ocasiones comí dromedario y en las patrullas una carne seca de los nativos mezclada con arroz o pasta, no creo que El Bullit lo incorpore a su carta, también fue la primera vez que probé y me gustó el gofio, luego en Canarias lo he tomado en alguna ocasión, del té ya se ha hablado bastante.
Comentario necesario es que el agua ”medicinal” de Bir Nzarán me curó el estreñimiento, hasta esa época yo siempre había padecido, creo que ese precioso líquido local tenía propiedades que a mí me beneficiaron y a muchos compañeros les hacía salir corriendo para hacer sus “aguas mayores”, recuerdo que cuándo llegué a Las Palmas, licenciado y de paso, y probé el agua fresquita, incolora, inodora e insípida, me dio la risa y no me lo podía creer…..después seguí con cerveza.
La tallara, esperar a ese enlace con la civilización era una sensación de alegría y esperanza, llevaba y nos traía noticias de nuestras familias, era nuestro cordón umbilical con la Península, con nuestro mundo, recuerdo los gritos de los nativos: ¡la tallara! y salíamos disparados……………
Compartir lo poco que teníamos es algo que no es habitual en nuestros días, recuerdo la caja de zapatos llena de chorizos y pastas que mi tía del pueblo me mandaba de vez en cuándo y que servía para organizar un festín con ,los compañeros, recuerdo un compañero Murciano que nos enseño “el pipirrana”, se trataba de poner en un junco todo lo que tuviéramos mezclado con la ensalada, tomate y cebolla; chorizo, salchichón, sardinas, mejillones………., y al ataque, todos metíamos el tenedor y el pan……..mas de uno resultó herido.
Por último una reflexión, a mi juicio y sin ánimo de discusión, quiero expresar mi opinión respecto a la situación actual del Pueblo Saharaui derivada, en parte, por nuestro abandono del Territorio, creo que la actitud del Frente Polisario respecto a un Pueblo amigo como fue, a lo largo de tantos años, el Pueblo Español no merecía nuestro sacrificio que seguramente las circunstancias de aquel momento nos hubieran exigido cumplir, a lo largo de esos últimos años, en especial a partir de 1973 el acoso del Polisario a las fuerzas Españolas era muy preocupante, agresivo y sobre todo injustificado, en consecuencia pienso que la decisión de nuestro Gobierno ante la presión de Marruecos y la situación de España en aquellos momentos fue la mas acertada.

Con mi aprecio a todos los Saharianos.

Brugal Zopeque, José Luis. (B) 07-07-2008
ATN
Aargub, Bir Nzarán. 1972-1973


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Relato 056.- “RECUERDOS DE BIR NZARAN, ATN II, 1972-1973”
Relato 057.- “FRASE BEDUINA …”