“LAS CUEVAS DE LEYUAD”

De su mensaje en el Foro:
….. hace unos meses escribí una especie de «poema» que no son más que imágenes de mis recuerdos de allí. Os lo pongo en un mensaje aparte, porque sé que nadie va a entender de lo que hablo mejor que vosotros.

“LAS CUEVAS DE LEYUAD”
Si hubieras dormido alguna vez sobre la pétrea firmeza de las cuevas de Leyuad cuando una luz especial ha dado ya paso a la noche más hermosa, y nebulosas infinitas se dibujan como caminos de humo en el firmamento, junto a hombres cuyos antepasados ornaron estas piedras con artes primitivas envueltos en ligeras frazadas y bien conscientes de lefas y escorpiones en el territorio donde viven gacelas y fenecs y chacales y no hace tanto cruzaban como destellos los guepardos y altivos y aparatosos los avestruces
Si hubieras bajado sólo una vez por la pendiente de sotavento de las colinas saltando sobre arenas tan lisas como montañas de azúcar dorado disfrutando como niños del tiempo detenido en sencillos campamentos, y amasado tu propio pan dentro de humildes tiendas de campaña bajo sesenta grados de sol implacable, sudor y arena y un voraz apetito mientras afuera crepita un fuego y a dos palmos del suelo calcinado el aire a mediodía reverbera en oscuros cordones espirales.
Si hubieras entrado en románticos fuertes abandonados en medio de la nada, más allá del punto de inflexión, cuando todo revierte hacia su origen, y navegado por la belleza deslumbrante de los atardeceres del Tiris; tomado el té bajo la luz tamizada de jaimas acogedoras como hogares verdaderos, de la mano de solícitas matronas envueltas en velos que hubiera amado Fellini, charlatanas vendedoras de platerías y cueros que te traerán baraka, tú mucho chau chau, mucho chau chau, y no compra nada…
Al-hamdu li-llah, alabado sea Dios
Él os guarde por siempre.
Las huellas de los fenecs cruzaban las alambradas del torreón de la playa y alcatraces y congrios se daban cita para vernos pescar enormes mejillones, holgazaneábamos al sol en la naturaleza virgen de la costa mientras ante nosotros saltaban del agua por parejas negro-azuladas las toninas; los transistores vomitan partes y noticiarios y Wish you where here de fondo y lo que anoche era asombrosa Santa Compaña es ahora una hilera de pesqueros que sobre la línea del horizonte explota a conciencia la plataforma.
Si hubieras transitado, día tras día, silbando viejas canciones de tuna, arriba-abajo, abajo-arriba, por un valle de arena entre colinas negras en la vecindad de gentes enajenadas por el sol y el Siroco y el paso de los días, y sin embargo solitario entra la arena y el cielo y las colinas hubieras sentido el tiempo detenerse como dentro de algo que avanzara inexorable, y visto latir la vida en todo lo que alcanzas, en lo animado y en lo inanimado y hasta en los espejismos, aquellas lagunas lejanas y azules como las ilusiones.
Si hubieras dormido alguna vez bajo el pórtico de piedra de las cuevas de Leyuad en medio de una majestad que empequeñece a todas las catedrales de la tierra y hubieras visto pintarse en la noche las estrellas como una señal o una advertencia, tu alma no se contentaría con los afanes corrientes que ocupan a los hombres y te haría daño verlos siempre enzarzados en sus estúpidas guerras de predominio en todos sus asuntos peleando como perros de una manada enloquecida que no respeta orden superior y que carece de poder alguno por encima del mercado: sordos y obstinados y ciegos de ambición no pueden comprender que consumen sin provecho lo que les fue otorgado.

Rodríguez M. Ricardo.
BIR 1. 1968-1969