«EL COMIENZO DE UNA AVENTURA”

Todo empezó́ en un día de noviembre de 1969 cuando sortearon mi quinta. Cortaron por el apellido Pérez, el mío es Pina, en fin, de los 163 que tuvimos la mala suerte ese día, yo saqué el numero 65, que correspondía al reemplazo de Mayo. La verdad no estaba dispuesto a alargarlo más, por lo que solicite ir en el primer reemplazo, siendo aceptado.
Salimos de Alicante el lunes 19 de enero del 1970 hacia Cádiz, nos pasamos todo el día y noche en un tren interminable, en esos momentos empezamos a entablar amistad, ya que salvo Bernardo Pérez que es de mi mismo barrió y todavía nos seguimos viendo, no nos conocíamos ninguno. Cuando llegamos a Cádiz nos llevaron andado al cuartel de transeúntes, en este cuartel pasamos unos seis días acumulando porquería, ya que no nos pudimos asear. Al tercer día nos dieron suelta, pudiendo visitar la famosa tacita de plata y por fin pudimos embarcar en el transbordador Victoria rumbo al Sahara.
Teníamos encima un poco de mugre, la travesía fue para ponerse a llorar, los que tuvimos la suerte de ir en los pasillos laterales íbamos medianamente bien, pero los que les tocó la bodega, a la cual teníamos que ir a por el rancho, con la marmita que nos dieron en Cádiz, esos lo tuvieron que pasar bastante peor, ya que salvo la parte de popa que estaba abierta no tenían más ventilación, haciendo un olor insoportable.
Cuando llegamos a la costa del Sahara, no pudimos desembarcar por la mala mar y después de tenernos dando bandazos todo el día, decidieron llevarnos a Palma de Gran Canaria. Llegamos bien entrada la noche, nos llevaron al cuartel de La Isleta y nos dimos una ducha que falta nos hacia.
Al día siguiente nos soltaron por la ciudad y por fortuna nos habíamos duchado, pero no afeitado y eran ya sobre 8 días. En fin, fuimos a una barbería, nos afeitaron y nos fuimos el grupo de alicantinos a visitar la ciudad, comimos en un restaurante en la playa y por la tarde al cuartel.
Esa misma noche zarpamos rumbo al Sahara, cuando llegamos a media mañana empezó́ el desembarco. Los anfibios se arrimaban al barco y por un portón lateral saltábamos, teníamos que esperar que la ola elevara el anfibio y en ese momento tirar el petate y tú detrás apartándote lo mas rápido que podías porque no parábamos de saltar.
Una vez lleno nos dirigimos a cabeza playa, allí́ nos recibió́ la legión; un puro más 25 pesetas si te alistabas,” no gracias “, yo tenia mis ideas muy claras y mi idea desde la península era no estar en un cuartel pelando guardias, sino intentar conocer el máximo del territorio, por lo tanto, la cosa la tenia mas clara que el caldo de un asilo.
Pedí la Agrupación de Tropas Nómadas, jamás me he arrepentido de esto, todo lo contrario.
Una vez en el Bir fuí destinado a la 4a compañía. Esa misma noche nos pelaron al cero y en un principio pensamos que era denigrante, pero al paso de los días nos dimos cuenta que era lo más correcto, ya que la higiene brillaba por su ausencia. En el tiempo de campamento solo nos duchamos una sola vez, el resto fue aseo con un cubo de agua salada, el baño higiénico en el atlántico y punto.
Recuerdo un día que salió́ raro y todos nos hacíamos los remolones. Mandaron formar a todo el batallón y marchar hacia los barracones. Todos pensábamos eso pero el teniente mandó media vuelta y marchando nos metieron al agua a todos, el teniente se llamaba Morcillo.
La compañía estaba al mando del capitán Sayas y los tenientes Revilla y Pan Pliega. Al primero le encantaba antes de irse a casa darnos el paso ligero de rigor. Muchas tardes una vez terminados los ejercicios de desmontar y montar el Cetme (más el paso ligero), nos íbamos a ver las puestas de sol, que eran espectaculares pero al regreso tenias que fijarte para no pisar ninguna… (Flor).
En esos momentos, es cuando empezamos a conocernos los de unos barracones y otras compañías, éramos jóvenes de toda España, de todas las clases sociales. En mi compañía, como ya mencioné antes, la 4a compañía, éramos alicantinos, vascos, catalanes, manos y gallegos de Orense. Recuerdo con agrado a Genaro Otero Dopazo de Carvallinos, que dormía en la parte de bajo y cada vez que nos poníamos a descansar le caía la arena que teníamos siempre en la ropa.
Así́ fuimos pasando los días y llegó el primer día de ejercicios de tiro. Yo jamás había disparado un arma y después, en nómadas nos salieron callos de tirar.
Siguió́ pasando el tiempo…
Las primeras marchas a la duna, otra nocturna, la lucha por coger un pollo en la cantina alguna que otra noche para cenar…, ahí́ aun éramos un poco delicados, después, ya en el interior, nos hicimos a todo, pues aun teniendo dinero no podías comprar nada.
En el comedor del campamento proyectaban algunas películas. Por cierto una fue de Franco. Yo que jamás lo he podido soportar, al poco rato me fuí a tomar el fresco y al momento vi salir a otro recluta de mi compañía que tampoco podía aguantarlo. Estuvimos hablando hasta que terminó el bodrio aquel. El era de Vizcaya, licenciado en Derecho y fue destinado al Sahara sin sorteo. Me comentó que su hermano estaba también allí́ y que estaba destinado en el cuartel de Cabrerizas, haciendo las funciones de maestro. La verdad es que a partir de ese momento nos llevamos bastante bien. Ah, no nos hicieron ningún comentario de porqué no vimos terminar la película. Yo me imaginé que fue por no haber ningún oficial en el comedor.
Cuando nos leyeron el código militar, el teniente en plan de sorna decía: “A ver, el vasco que lo lea”. Ah, y como siempre ¡al soldado pena de muerte!
Llegó el día que por fin nos dejaron salir de paseo al Aaiún. En todo el campamento solo fuí una vez por el rollo de la poli militar. No podías llevar nada en las manos, siempre saludando, en fin, un rollo, quitando el parador nacional que era precioso.
Una de las cosas que más me acuerdo del campamento era cuando lavábamos la ropa y al tenderla en la alambrada esta se ponía horizontal debido a los vientos alisios dominantes. Una vez seca quedaba súper tiesa por estar lavada con agua salada y al afeitarte, como era con agua salada las cuchillas duraban unos pocos afeitados.
Y llegó San José́, mis paisanos de Valencia plantaron su falla, yo celebré mi santo lo mejor que pude y chimpun.
Por fin llegó el día de los destinos: Fulanito artillería, Menganito intendencia y José́ Pina a la agrupación de tropas nómadas Smara.
A los pocos días llegó la esperada jura de la bandera, un acto que aunque no te vaya el rollo emociona. Las cinco compañías, la policía territorial, el tercio y paracaidista. La bandera del tercio Juan de Austria, según nos dijeron era la más laureada de España. La jura empezó́ con la banda tocando llamada batallón, una vez formados en el patio de armas empezó́ la misa, siguiendo las frases de rigor.
A continuación empezó́ la banda a sonar con marchas muy africanas, como soldadito español, lo cual la verdad, emociona bastante y más a nosotros que estábamos lejos de la familia. Después pasamos de a uno para besar la bandera. Bueno, esto ya lo sabemos todos, por lo tanto terminemos. Tuvimos comida especial y todos nos firmamos el tarjetón del menú́. Yo aun lo conservo, aunque no tengo ninguna foto de la jura, ya que al día siguiente salimos para Smara. En fin, ya éramos soldados.
Después del desayuno nos vinieron a recoger los camiones del tercio y partimos rumbo a lo desconocido y nunca mejor dicho. Después de un viaje muy pero que muy movido, vimos que el terreno empezaba a cambiar y convertirse en negro, aunque hasta que no pasó el tiempo no nos dimos cuenta del porqué. En la lejanía empezaban a desarrollarse unas torres y unas palmeras y en seguida vimos el cuartel de nómadas, este era el primero que se veía al llegar y posteriormente el del tercio.
La llegada a Smara fue bien entrada la tarde, los camiones pararon en el patio de armas y allí́ nos formaron. Un comandante nos dijo unas palabras de bienvenida y posteriormente nos distribuyeron en las compañías. Yo fui destinado a la 1a compañía del primer grupo. Ah, me olvidaba decir que a nómadas fuimos destinados cuatro alicantinos: Peris Sendra, Julio Pérez, Lucio Pérez, y yo, José́ Pina.
Una vez ya situados en las compañías nos mandaron a las duchas. A todos nos habían dicho en el campamento que el agua en Smara era muy buena, porque la del campamento todos los que hemos pasado por el sabemos como es.
Cuando empezó́ a caer el agua yo abrí́ la boca pegándole un trago que todavía me acuerdo, ¡horrorosa! ¡Como nos la habían metido! Pensamos. El cabo 1o que tuvimos en el campamento era de Bilbao y había ido voluntario al Sahara para estar en nómadas, pero según nos contó, al salir de cabo 1o lo mandaron al campamento, porque en nómadas que también había de estos tenían que ser profesionales, así́ que la putada fue cualquier cosa.
Bueno, estábamos con la cosa del agua, y en realidad tuvo razón, ya que la de beber se traía de los pozos de Alta Shua, y era muy buena. Más adelante contaré más cosas sobre estos pozos.
Una vez ya instalados…a cenar, retreta, pasar lista por si nos habíamos perdido alguno y a la litera. A media noche se oyó́ un poco de revuelo, eran los veteranos paseando al celebre Julianin en su ataúd, este esqueleto era según los veteranos un nómada que se perdió́ en el desierto y al cual todos debíamos respetar y venerar. Esto se repitió́ hasta que se disolvió́ la agrupación (pienso).
Yo, cuando llegó el reemplazo de septiembre estaba en Mahbes, y en ningún relato que he leído se menciona a tan heroico nómada.
En los días siguientes estuvimos saliendo al campo con los Land Robert. Allí́ hacíamos practicas de bajar las pequeñas montanas y los ríos de arena para no quedarnos atascados en posteriores patrullas. Cada día era una aventura, una tarde se montó un gran revuelo que nadie sabia explicar y al poco tiempo se montó una patrulla con destino a la base de Hagunia. Al rato nos enteramos por medio de nuestro capitán apellidado Sierra, que el capitán de dicha base se había pegado un tiro suicidándose.

De reclutas a veteranos, dirección Mahbes.
Al poco de estar en Smara, se licenciaron los de mayo del anterior reemplazo, quedando los de septiembre en minoría con nosotros, por lo que pasamos de reclutas a veteranos en poco tiempo. Entonces fue cuando fui por primera vez a Mahbes, allí́ me pusieron de mecánico sin tener ni zorra idea porque yo era mecánico, pero de maquina herramienta. En definitiva, acabamos en Mahbes haciendo una revisión a los coches de esta base.
La primera vez que pasaba por el llano amarillo fue acojonante, pedazo de llanura sin un solo bache, pero había que tener mucho cuidado con los hoyos que habían hecho buscando petróleo. A continuación te encontrabas con el paso de Hahusa, la verdad que impresionaba, y he de decir que si lo pasé diez veces en un sentido y otro siempre impresionaba.
Llegamos a Echdeiria, en la cual estaba mi paisano Lucio ya destinado. Esta base era una nave y para de contar y lo más relevante era el escudo de nómadas en la montana, así́ que después de comer salimos para nuestro destino y por fin llegamos a este cayendo la noche.
Para el que no lo sepa Mahbes está en medio de una gran llanura y a unos tres kilómetros se encuentra el puesto de la policía territorial. Estuvimos allí́ unos tres días y empezamos a hacernos una idea de lo que nos esperaría a los que nos tocara este destino. Hoy por hoy digo que estábamos totalmente equivocados, ya que los meses pasados aquí́ fueron bastante agradables.

De nuevo en Smara y visitas a Hagunía y Dahora.
De nuevo en Smara continúe en talleres y la única ventaja era que no tenias que hacer muchas guardias, eso si, imaginarias hacías el doble.
Sobre el trece de junio de 1970, el teniente Campos, buen tío este, montó unas visitas a las bases de Hagunía y Dahora.
En esta patrulla íbamos Ricardo Macho, Grau, Ribas y un maño que no me acuerdo de su nombre pero que era de Mallen. Fue una patrulla entretenida en la que pudimos observar la hospitalidad saharaui. Como ejemplo de ello, en un control de haimas nos obsequiaron con leche de camella, pero había un pequeño inconveniente, ya que teníamos que soplar en el cuenco y no por estar la leche caliente sino para apartar las moscas que había en este.
Las moscas formaban parte del entorno, donde estuvieras no te las quitabas de encima. De la anécdota de la leche sé que se acuerda muy bien Ricardo Macho, ya que hace unos cuatro anos tuvimos la suerte de reencontrarnos, ya que en una visita que realizó a Alicante, buscó en la guía telefónica mi número de teléfono, dándome una gran alegría. Estuvimos recordando el tiempo pasado juntos y el tema de la leche fue uno de las primeras cosas que salieron a relucir.
Esta visita se la devolví́ al ano siguiente subiendo a Reinosa unos días, pasándolo estupendamente y como es normal en todas las conversaciones siempre acababan saliendo los temas de la mili. Posteriormente me llamó para comunicarme el fallecimiento de su esposa Conce, que en paz descanse. Ha sido una gran perdida y cuando ocurren estas cosas es cuando te das cuenta de que la felicidad nunca es completa, porque tanto él como yo estamos ya un tiempo jubilados y es ahora cuando empezamos a disfrutar de la vida.
Bueno estaba en el tema de la visita a estas dos bases la cual fue muy gratificante, pues entre otras cosas visitamos la tumba de Sidi Ahmed Erguíbi, un sitio entre altas montanas lugar de peregrinación para los miembros de esta tribu, en esa especie de mausoleo, había tal cantidad de teteras que nos quedamos impresionados, continuamos hasta la base de Hagunía, poco puedo contar pues solo estuvimos un rato, pero era una especie de corralón.
Abarracamos en ruta en la frontera y aunque estábamos a mediados de junio hacia un poco de frio y nosotros, como de costumbre con poca ropa. Tras montar la venia nos dispusimos a dormir y como de costumbre el teniente Campos no montó vigilancia. A la mañana siguiente nos tuvimos que poner las chilabas de la rasca que hacia, (en las fotos que he mandado estamos con ellas) por cierto en ese lugar vi por primera vez cigüeñas, que las había a cientos.
Partimos para Dahora llegando por la tarde y aquí́ también pasamos bastante frió porque aun durmiendo en un catenaricó, las literas libres estaban sin mantas ya que los compañeros estaban de patrulla y se habían llevado las mantas, en fin, una anécdota más.
Día 17-6-1970 ¿Quien no se acuerda de esa fecha de los que nos toco vivirlo de primera mano? Un jaleo en la base, patrullas para un lado y para otro, muchos nervios en el ambiente y a continuación nos llama el teniente diciéndonos: “poner munición en todos los cargadores que nos vamos al Aaiún”. Sin más dilación nos fuimos a los coches, eso si, con un poco de susto en el cuerpo y mucha atención a todo lo que pudiese pasar. Al llegar a el Aaiún fuimos derechitos a nómadas, pasamos la noche sin ningún tipo de problema (por lo menos nosotros) y por la mañana para Smara. Llegamos sin novedad y en ésta ya se sabía todo lo que pasó en la capital.

Empieza la mili de verdad!
Entonces empezaron los dos meses y pico mas movidos de toda la mili con vigilancias en el aeropuerto, central eléctrica, pozos y demás sitios logísticos. Todo nos lo comimos nosotros porque el tercio estaba acuartelado en espera de más lio, pero por suerte para todos no tuvo que actuar.
Sobre el día 21-6-70 se montó un conwoy para llevar a la capital a los nativos sospechosos. Algunos pertenecían a nómadas, como el sargento Muley, el machaca y conductor del coronel y otros más.
A la llegada al Aaiún se hicieron cargo de ellos autoridades superiores y no volvimos a saber nada más de ellos, así́ que si alguien tuvo noticias de ellos me gustaría saber lo que les pasó.
Estuvimos un par de días más en el Aaiún (ya no volví́ más) y los aproveché visitando a los compañeros de Alicante, como Mariano Poveda, Francisco Pérez y otros.
El 24-06-74 regresamos a Smara. A lo mejor alguien pensará que tengo mucha memoria pero claro, en esas fechas son las fiestas de Alicante “Les Fogueres de Sant Joan” y estando donde estábamos es imposible olvidarlo.
A la llegada a Smara nos mandaron unos días de vigilancia a los pozos de Alta Sua, de los que se surtía la ciudad (de esto también mando foto, en la que estoy echándome un cubo de agua, mientras Donato Paules, que era de Zaragoza me observa). La vigilancia era muy aburrida pero por lo menos teníamos agua abundante.
Cierto día compramos un chivo a unos pastores para cenar, pues se jugaba la final de Copa, Madrid – Valencia. Pues bien, ni nos pudimos comer el chivo ni escuchar la final, porque se metió́ una tormenta de arena que volcó́ la hoya y estropeó el transistor, dejándonos sin cena y sin noticias sobre el partido.
Al día siguiente de regreso a Smara nos pudimos enterar del resultado. Consultando las fechas fue el 28-6-70 y con un resultado de 3-1 favorable al Madrid.
El día de San Pedro, no se si por soltar todos los nervios acumulados en esos días pero fue algo especial. Nos metimos por la tarde en la cantina y empezamos cubata va, cubata viene, hasta que acabamos bebiendo estos en cubos. Fue tal las borracheras que se pillaron que el médico, Madariaga, que era de Santander y de quintas como nosotros (por cierto, que en algún relato lo nombran), tuvo que pinchar a más de uno por comas etílicos. En fin, que de haber ocurrido algo esa noche, habrían hecho con nosotros lo que hubieran querido.
Pasaron las semanas entre retenes, guardias y de más servicios, con algunas cervezas en los pocos bares de Smara, como el Canario o el de la plaza de la Mezquita, donde acostumbrábamos a tomar “Sevenup” con cerveza en porrón y escuchando la canción de moda, que los chicos del tercio no paraban de poner era “Ágata.”
Llegó agosto y la cosa se fue normalizando. a mediados de mes se montaron unas maniobras conjuntas entre legión, paracas y nómadas. y con el calor que pegaba era insoportable.
Además, no tuvieron otra ocurrencia que darnos callos para comer, 40 y muchos grados y nos dan callos!! Conocimiento al poder.
Las maniobras estaban previstas para unos cinco días, pero al tercero las tuvieron que suspender por la muerte de un legionario a causa de un golpe de calor.
La legión montó unas tiendas de campaña estando metidos dentro de estas con lo que caía, nosotros montamos nuestras venias en las cuales corre el aire pudiendo soportar el calor mejor.
Al regreso a Smara el coronel, muy orgulloso de sus chicos nos monto una fiesta nocturna a base de pinchos, chuletas y cosas así́ y alguno comentó que la mayoría de la carne era de gacela.

El ultimo destino…Mahbes.
En Septiembre volvimos a la base de Mahbes, donde el capitán Carranza nos comentó que nosotros éramos el cebo si había algún conflicto. Menos mal que no lo hubo, pues no recuerdo bien cuantos éramos en la base, pero no mucho más de sesenta soldados (europeos), así́ era como nos llamaban en el territorio.
Una vez instalados en la base, vimos la precariedad que teníamos en el tema de la comida. En el pan habían unos gusanos pequeños y negros pero como no teníamos otra cosa, pues para dentro. Para comer teníamos de primero garbanzos y de segundo judías y la cosa no cambió mucho en todo el tiempo que estuvimos en la base, por lo que estábamos deseando salir de patrulla para cambiar el menú́.
En las patrullas era un coñazo salir con un sargento novato (a nosotros nos tocaron dos) porque por las noche no querían encender fuego, montaban guardias y demás, vamos, que preferíamos salir con personal veterano.
En una de ellas, con el teniente Campos, bajamos hasta el fuerte mauritano de Ain Bentili, era como de película. Viéndolo desde la lejanía, con sus almenas, tenia un color rosado que le daba el aire peliculero comentado. En esta misma patrulla estuvimos en Bir La Galu y estando abarracados cayeron cuatro gotas y empezaron a salir lagartos por todos los sitios.
Ah, cuando salías de patrulla lo primero que hacías era intentar cazar algo, jabaras, conejos, pero la pieza favorita era la gacela, ya que era una caza espectacular. Como cogen una velocidad impresionante, es un espectáculo verlas correr, porque una cosa es verlo en televisión y otra en un Land Robert a toda hostia.
Por lo general eran los nativos los que tiraban y ¡cómo tiraban¡ Las vainas se tenían que devolver por lo que se ponía el pañuelo siroquero en la salida de éstas para recógelas.
En esta patrulla solo matamos una, y me acuerdo que fue la tarde anterior a entrar en la base, por lo tanto tuvimos que comérnosla en esa misma tarde noche e hicimos el agujero en el suelo y lo caldeamos (los que habéis estado en nómadas ya sabréis como está la gacela al horno), nos la comimos casi toda y “pudiera ser” que algún trozo entrara en la base para disfrute de unos pocos.

Los ratos malos…
Toda aventura tiene sus pequeñas tragedias y la mía por suerte terminó bien, pero pudo ser fatal. Fue después de navidad, las cuales pasamos añorando a la familia pero sin hacer guardias, ya que los nativos nos hicieron las guardias en esos días como nosotros las hicimos en el Ramadán. Bueno a lo que íbamos, la mujer de un soldado nativo (que estaba en una zona de pastos cercana al campamento) estaba embarazada y tuvo problemas para dar a luz. Nos avisaron y nos mandaron al marido, a un médico de quintas (que era de Palencia) y a mí en un solo coche. El médico la reconoció́ y estuvimos esperando unas horas allí́ hasta que decidió́ llevarla a la base. De camino al campamento se nos hizo de noche y el coche se quedó sin corriente, teniendo que ponerle corriente directa desde la batería. Para colmo esta se agotó y sin luz fuimos a parar a un pozo de tirador. Según lo que me contó el médico cuando me desperté́, había estado unas dos horas sin conocimiento, pero por suerte todo estaba ya bajo control. Eso si, del golpe la nativa parió una niña que se encontraba bien. Un familiar que se vino con nosotros marchó hasta la base en busca de ayuda pues no teníamos emisora de radio. De ahí́ el decir al principio lo de “un solo coche”, ya que había una norma que se debía respetar:
“nunca uno solo coche” pero esta vez no se respetó. Finalmente nos recogieron al día siguiente por la tarde y lo único que hubo que lamentar es que el coche quedó hecho una ruina con el eje delantero junto con el trasero. Después hubo una investigación para comprobar quien conducía, queriéndome arrimar el muerto pero por suerte el informe del soldado médico lo dejó todo claro.
Bueno, creo que ya va siendo hora de terminar, aunque aun quedan muchas cosas en el tintero, como la noche que nos tuvieron a todo el catenarico formados delante del cuerpo de guardia por no decir quien era el compañero que se había acordado de la madre de un sargento que decía que la cena estaba buena cuando en realidad picaba la merluza por estar pasada. En fin, el sargento se quedó con las ganas de saber quien lo dijo.
Por cierto, los que no estuvieron en bases posiblemente no sepan que a las diez de la noche se paraba el generador de luz, quedando totalmente a oscuras y era entonces cuando aprovechábamos para voltear las camas a los novatos y no novatos, y decirles “es que no sabes subir en camello”. En concreto en Mahbes había una puerta falsa y en noches sin luna cuando estabas de guardia, daba un poco de canguelo. Mira, ahora que he comentado la luna me acuerdo de un compañero de septiembre que era de Tarragona, una noche que bebimos un poco de más se subió́ al catenarico y quería cogerla!!!
Recordando a todos los compañeros, que son muchos: desde el más novato al capitán Carranza, que en esos momento estaba al mando de la base, los tenientes La Balsa y Campos, los sargentos Crespo y Yáñez, el cabo 1o Santa Ella y tantos otros. Los compañeros Macho, Donato, Grau, García, Millán de Valencia, Arteaga, Donato el boquita de Coria. Quiero enviar un fuerte abrazo a todos y como no recordar a los compañeros nativos, que sin su ayuda no se como habríamos pasado todo, los Majfud, Sidi Mohamed, Bachir, Jatri, el cabo Musla, en fin todos, no se cuantos de ellos caerían en la lucha por su libertad contra Marruecos, pero ójala sigan todos bien.
El Regreso al Sahara
Desde que volví́ a casa siempre tuve la ilusión de regresar al territorio, y esto lo pude hacer realidad en abril del 2009 gracias a la asociación Dar al Carama de Alicante.
Fuimos unas cien personas a los campamentos de Tinduf y tuvimos una semana repleta de actividades donde pudimos vivir multitud de experiencias. Dió la casualidad de que estuvimos en el campamento denominado Smara y barrio Mahbes. Casualidad o no, el destino así́ lo quiso o como habría dicho un saharauis “suerte mulana”.
Estuvimos en la casa de la familia de Fatma, y el marido se encontraba en la frontera con la milicia. La esposa no hablaba castellano, pero una de sus hijas, Nayuma, lo hablaba correctamente. Esta familia era del Aaiún y su padre trabajaba en Foz Bucra, marchando a los campamentos tras la invasión marroquí́. En las fotos que he colgado aparece esta familia, También visitamos otros campamentos, algún que otro ministerio, colegios, hospitales, etc. Y pudimos apreciar la influencia cubana en casi todos los centros, haciéndonos pensar que si en el Sahara se habla algo de castellano es debido a los estudiantes que se forman en Cuba en las ramas de medicina, sociología y otras carreras.
Estuvimos en todos los campamentos excepto en el de Dakla, y vimos con nuestros propios ojos que la dignidad es lo único que un pueblo no debe perder jamás.
Esta zona del Sahara es muy parecida a la de Mahbes pero con más arena. Mismo polvo y mismas moscas, por qué todos os acordáis de estas, ¿No? Bueno, ya me estoy yendo del tema, las noches, esas noches de estrellas con esa nitidez me hicieron recordar nuestra juventud.
Pero también recordé́ momentos duros, como cuando visitamos el hospital de heridos de guerra y algunos estaban postrados mas de 15 anos por heridas en la espalda.
En un desfile patriótico, también con gran influencia cubana, estuve hablado con un nativo que su padre había estado en Nómadas de Cabo, al cual le dije que llegué a conocerlo en Smara, en esa visita coincidió́ con una marcha días antes sobre el muro, en la cual un joven perdió́ la parte inferior de la pierna por una mina.
Tuvimos la ocasión de ser recibidos por el Presidente y agradeció́ a las organizaciones todo lo que estas están realizando por su pueblo. Este acto reivindicaba la lucha de su pueblo por el referéndum.
Pasaron los días y llegó el momento de la despedida. En mi caso fue la segunda y muy posiblemente la ultima, aunque nunca se pueda decir esto. En ese momento dejé tras de mí a un pueblo orgulloso de si mismo.
(Eso si a una insinuación mía sobre que tuvieron mucha prisa para que España saliera del territorio me dijeron que tenia razón).
UN SALUDO A TODOS LOS QUE AMAMOS EL SAHARA

Pina Gonsalves, José. (A) 13-10-2011
ATN.
Smara. 1970-1971