Ha pasado mucho tie...
 
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Vaciar todo

Ha pasado mucho tiempo desde que cumplimos nuestro servicio militar obligatorio. Los malos recuerdos se difuminan en el tiempo. Los buenos, los positivos lo recordamos, ahora con otros puntos de vistas. Sin embargo hay cosas que incluso con el paso de ese

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(@Román Martínez del Cerro)
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Ha pasado mucho tiempo desde que cumplimos nuestro servicio militar obligatorio. Los malos recuerdos se difuminan en el tiempo. Los buenos, los positivos lo recordamos, ahora con otros puntos de vistas. Sin embargo hay cosas que incluso con el paso de ese tiempo nos cuesta aceptar. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a las condiciones higiénicas que tuvimos que soportar. Recuerdo las primeras vacunas. La compañía formada frente al botiquín, en el BIR. Alguien pregunta, en voz no muy alta, que si alguno había tenido hepatitis, se separase del grupo. Prácticamente no se escucha bien la pregunta y supongo que mucho menos se entiende su significado. En mi compañía no se separó nadie. Luego yodo en cada brazo y con una gran jeringuilla y varias agujas, unas seis o siete, en un recipiente metálico lacado en blanco con algo de agua, supongo que hervida, se vacuna a toda la compañía. No puedo decir exactamente a cuantos se vacunaba con una misma aguja, pero fueron a muchos. Tampoco puedo decir cómo se seleccionaban esas agujas dentro del pequeño recipiente con agua. Menos mal que en aquellos años el SIDA no existía o al menos era desconocido para nosotros. Pero por supuesto que existía la hepatitis, la tuberculosis y otras muchas enfermedades infecciosas. Hoy en día, incluso para la vacunación de animales, se utilizan agujas individuales. En cuanto a los "aseos", por llamarlos de alguna manera, ya todos recordamos "el campo de margaritas". Las sábanas, cuando venían de la lavandería, parecían peores que las ya viejas utilizadas por nosotros, que al menos, ya le teníamos cierto cariño. Y de las duchas, para que hablar. La lucha nocturnas contra los chinches fue para muchos un auténtico calvario. En fin, eran otros tiempos. Más de uno perdimos los escrúpulos para toda la vida.



   
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(@Manuel Espinosa Núñez)
Registrado: hace 10 años
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Amigo Rom?n, los malos recuerdos no creo se olvidaran , m?s bien se dejaba aparcados a un lado , para dejar paso a los buenos momentos , arropados por los compa?eros y amigos que en momentos nos hicimos, ten?amos la necesidad de sentirnos fuertes antes lo que nos encontramos al llegar al Sahara, sab?amos de lo que nos esperaba en aquel territorio donde la higiene estaba ausente , y como no, que la salud nos pod?a fallar, pues all? hab?a varias enfermedades que desconoc?amos, como era la Cifili, yo nada m?s escuchar la palabra me daba miedo,nunca visite el cuartel de SIDI BUYA, acostarte en esas sabanas era repugnante, aunque se lavaran ,pero ten?amos que seguir, ten?amos que admitir esas cosas, no recuerdo las vacunas en el BIR pero s? las del cuartel, de las chinches no te puedo hablar pues en mi caso no las conoc?, y menos en Intendencia, aqu? se fumigaba con mucha frecuencia la Compa??a, y como no el ducharme incluso de 3 a 4 veces diaria, lo que no pod?a hacer en el BIR, aunque las sabanas segu?an estando manchadas siendo lavadas y por cierto en la lavander?a que tenia Intendencia, a qui menos mal al amigo Pedro fuerte Embid, me dejaba elegir las sabanas. Yo creo que la juventud que ten?amos, las ganas de acabar la Mili el olvidar con dos cervezas y sobre todo por el compa?erismo que exist?a entre todos, esa forma de actuar nos dio fuerza para poder abandonar con entereza aquel territorio , que durante 15 meses sufrimos la dureza de su clima, recordara que hubo quien no aguantaba el estar en aquel infierno, sin m?s un compa?ero tuyo de Ingeniero se quito la vida estando de guardia, como otro amigo mio , durante el d?a era una persona normal y nos hacia re?r con sus chiste,pero cuando se encontraba solo estaba amargado,cuando ya me venia para la Pen?nsula tuve que ir a despedirme de el y lo encontr? llorando como un ni?o chico , y ese era mi gran amigo Antonio Cuti?o . Un fuerte abrazo , de este Intendente. 68/69 Aai?n 1? Cia.



   
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(@Román Martínez del Cerro)
Registrado: hace 1 segundo
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Tengo un amigo que dice que ?l no viaja ni va a un hotel como no sea mejor que su casa. Que para empeorar, se queda en casa. Yo no comparto, en absoluto, estos gustos de mi amigo. De hecho yo he viajado mucho y gracias a que utilizaba el camping. Antes de incorporarme a mi servicio militar ya conoc?a todas las provincias espa?olas, menos Mallorca que fui posteriormente y buena parte de pa?ses europeos. No hubiera sido posible esos viajes de otra forma. Con mi tienda y amigos o familiares ?bamos de "camping en camping" y en algunas ocasiones haciendo el llamado camping libre, que es acampar en pleno monte, en pleno campo o en plena playa. Por tanto, el campamento en la playa del Aai?n, no me result? tan nuevo. Estaba, en cierta medida, acostumbrado. Pero las diferencias eran enormes. La primera y fundamental es que yo iba de camping porque me apetec?a, con qui?n me apetec?a y donde me apetec?a. De forma voluntaria. Cosa que no ocurr?a en este campamento militar. La segunda, es muy distinto ir a tu aire que bajo la disciplina militar. Por ?ltimo las condiciones higi?nicas, las condiciones clim?ticas y la falta "de todo". En ocasiones pienso que distinto hubiese sido mi servicio militar si, por ejemplo me hubiese tocado un cuartel de monta?a en el Pirineo. En Jaca, Huesca, hay varios campamentos militares. Creo que hubiera sido feliz por aquellos montes. Lo m?o, lo tengo claro, no son los desiertos. De todas formas, las cosas fueron como fueron y supongo que" no hay mal que por bien no venga". Saludos, Rom?n



   
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(@Javier Urquijo Garay)
Registrado: hace 10 años
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Permiteme que te llame amigo Rom?n, para mi, todos los que aqu? nos hacemos notar, los considero amigos. coincido contigo en muchos pensamientos y en algunos reproches a las condiciones que nos tocaron vivir. De lo que no me cabe duda alguna, es que nos hicimos fuertes de moral y de ganas de regresar a nuestras casas. Personalmente creo que fue una experiencia inolvidable, llena de vicisitudes, con un eximio premio que hemos sabido conservar, y que por supuesto no nos motiva tanto, como para pensar que aquel territorio, es el id?neo para vivir en ?l por mucho amor que le tengamos.



   
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