Tal día como hoy, hace ya friolera de 49 años, fue la noche que dormí por última vez en el Sahara, o eso es lo que yo pensaba entonces, sin imaginar que el tiempo y la fortuna me permitieron volver al territorio muchos años después. Todos los que hemos pasado por la misma circunstancia guardaremos, a buen seguro, la experiencia de esa última noche. Me costó coger el sueño, un sueño intranquilo en las que una y otra vez, una pesadilla recurrente me venía a despertar sobresaltado: llegaban nuevas órdenes y teníamos que repetir el tiempo de mili. Os puedo asegurar, que esa noche se me hizo eterna esperando que la tenue luz del amanecer entrara por el pequeño ventanuco que había en mi cuarto, justo encima de mi cama, desde el que infinidad de noches pude contemplar el maravilloso cielo estrellado del Sahara. Estaba ansioso porque sonará la esperada diana floreada, esa con la que obsequiaban a los que marchaban licenciados. En primer lugar para asistir a mi última formación y principalmente porque estaba deseando vestirme la ropa de civil. Cuando por fin, las primeras notas resonaron en el interior del dormitorio de la compañía, nadie remoloneo ese día, todos en pie a disfrutar del momento y de la algarabía de los que nos marchábamos. Un sentimiento encontrado me acompañaba esa mañana, por un lado la emoción por volver a casa, junto a mis seres queridos y mis amigos de siempre, pero por el contrario me dolía despedirme de mis compañeros con los que había convivido, en algún caso, casi quince meses de mi vida. Todos éramos conscientes que probablemente, esa sería la última vez que tendríamos la oportunidad de estar juntos. Ninguno de nosotros podía sospechar que un montón de años después y gracias a unas nuevas tecnologías, de las que por entonces éramos totalmente ignorantes, nos iban a permitir reunirnos de nuevo y recordar aquel tiempo pasado. Esta noche volveré a dormir, espero que sin el desasosiego de entonces, pero antes de que el sueño me envuelva, dedicaré unos minutos a recordar a los compañeros de entonces y a dar gracias por poder haber disfrutado de su amistad y de su camaradería. Fernando J. de la Cuesta Intendencia del Sahara 1968-1969