«RECORDANDO-I ‘INICIO’ «

Los sucesos vividos en el Sahara afloran a mi mente sin orden ni concierto, resultando imposible fijar fechas, ni tan siquiera los meses en que ocurrieron los hechos que trataré de relatar de la mejor manera posible.

En cuanto advertí que todo lo que pasara en los catorce meses siguientes no tendría que ser anotado para ser recordado, al mes exacto de llegar, quemé mi agenda en un rincón del Cuartel de Hatarrambla.


INICIO
A partir de los años 1957-1958, fecha del altercado bélico con Marruecos por el enclave de Sidi Ifni, los sucesivos Gobiernos españoles trataron de encubrir toda noticia política o militar relacionada con el territorio del Sáhara español. Sin embargo, la censura impuesta no podía ocultar de forma absoluta las noticias que sobre los hechos ocurridos en aquel territorio seguían llegando a la Península. Fue a través de amigos, familiares o conocidos que había hecho la mili en África, como pude ir enterándome de los datos referidos a aquella zona: costumbres, fauna, temperaturas; en infinidad de ocasiones, nos habían contado sus “batallitas” en Ifni, Tiulin, Telata, Edchera, Cabeza de Playa…, “batallitas” que repiqueteaban en mis oídos, vírgenes aún las orejas de la arena del desierto. Más tarde, perdida aquella castidad, el verdadero alcance de sus relatos se abrió en mi entendimiento. Entonces, “in situ”, comprobé que de “batallitas” no tenían nada.
En cualquier reunión de amigos, tarde o temprano, sale a relucir el tema de la mili. No deseando caer en el error de quienes me contaron aquellos sucesos del Sáhara, por no conocer los oyentes nada del desierto y viéndoles incapaces de entender lo que verdaderamente significó la presencia de los soldados españoles en aquel territorio, así como la importancia de cuanto había sucedido en el periodo de descolonización, con prudencia, me limito a escuchar las peripecias de mis camaradas de quinta.
La mayor aventura vivida por mis convecinos, por fortuna para ellos, fueron los 3 días que los llevaron de maniobras a no sé que pueblo perdido. Además, hablaban de asuntos que a los soldados del Sáhara nunca nos preocuparon, pero a ellos parecía agobiarles mucho: Pase pernocta, vender las guardias, librar fines de semana, ropa limpia y planchada (incluso uniformes hechos a medida), permiso por el “cumple” del Coronel Zutano, o el “Santo” del General Mengano. Naturalmente, faltaría más, ninguno hizo imaginarias, guardias, refuerzos, retenes, garita, ni patrullas.
Para poner fin a las “adversidades” de mis colegas de quinta, que no de destino, jocosamente les comento: … “Ya veis camaradas, en el Sáhara el único santo que teníamos era el ‘santo… y seña’, y por la cuenta que nos traía le rezábamos todas las noches. Siempre lo llevábamos en la memoria, no podíamos olvidarnos de él; además, teníamos más que vosotros, pues también teníamos ‘contraseña’: Santiago-Salamanca-Sandia, y… si no hicisteis guardias, refuerzos, retenes o patrullas es que ya no quedaban para repartir con vosotros, las hicimos todas en el SAHARA”.
¿Cómo explicar que en los últimos años en el Sahara no hubo maniobras? ¡QUE FUERON EJERCICIOS REALES!… durante los 12 meses del año, los 30 días del mes y las 24 horas del día. Que las baterías antiaéreas de 35/90 Oerlikon colocadas estratégicamente alrededor del aeropuerto — visitadas con frecuencia al coincidir con el recorrido de mi patrulla — se instalaron precisamente para evitar que aviones militares marroquíes sobrevolasen El Aaiún, como ya habían hecho en alguna ocasión sin ser detectados desde tierra —sí desde Canarias– por falta de material adecuado. Eran baterías de última generación, con detectores de vuelo y controladores de disparo mediante radar, según me contaron los asistentes de aquéllas.
¿Cómo dar a entender que los carros de combate y piezas autopropulsadas de artillería—con alcance superior a los 40 Km.- se emplazaron a las pocas semanas de su llegada en posición de combate, o que los de soldados procedentes de Canarias y la Península no fueron enviados para hacer turismo, sino como refuerzos, trasladados e instalados en la frontera N y NO del Sáhara, al haber concentrado Marruecos gran potencial bélico en su zona Sur.
Sobre este asunto, el General Gómez de Salazar manifestó: <>.
Cierto es, que al principio, antes de partir para el SAHARA envidié la suerte de mis compañeros que se quedaron en la Península, pero nunca después de haber cumplido a “REGAÑADIENTES”, con la parte proporcional que me correspondía en el Servicio Militar, de apellido, OBLIGATORIO.

PREPARANDO LA SALIDA
El tren comenzó a moverse lentamente dejando en el andén a mi padre. Mientras se alejaba miré furtivamente desde la ventanilla. Le vi triste, más bien, preocupado. Fue mi última mirada hacia atrás.
Por todo equipaje dos cartas de recomendación –entonces se llevaba mucho– para altos jefes, muy altos, del Sáhara y la recomendación de una madre:“…No se te ocurra fumar de esas hojas…” Sabía lo que decía. Su primo Luis, tipo simpático y aventurero, se marchó voluntario a la Legión y cual veraneante que espera agosto para disfrutar de sus vacaciones, él eligió el año 1956 para tragarse de un tirón toda la campaña de Ifni. A su regreso estaba mas ‘engrifao’ que la llave de un fontanero.
Las cartas nunca llegaron a su destino y tal como salieron, retornaron a su origen un año después.

UNA CURIOSIDAD
¿Para qué diablos nos dieron unos cubiertos en el lugar de salida y nada más llegar al acuartelamiento en Madrid nos los quitaron?. Al día de hoy no le encuentro una explicación lógica, pues en todo el viaje, de diez o doce horas de tren, no nos dieron ni un socorrido “chusco”, ni tan siquiera un botellín de agua. Serán cosas raras del ejército, para ir acostumbrándonos, pensé con mentalidad aún civil.
En el cuartel de tránsito en Madrid, donde pasamos dos días a-bu-rri-dí-si-mos a la espera de trámites y en completar el cupo de plazas para el puente aéreo, ante un posible accidente nos entregaron poco antes de la salida hacia el aeropuerto una chapa de identificación, cuyos datos se limitaban a un número. ¡Que desilusión!, al ver que aquella placa identificadora no era como la de los “marines” que había visto en las películas de Hollywood; no tenía cadenita, ni nombre ni apellidos, sin grupo sanguíneo, no decía que religión practicabas. Me correspondió el 179 y en cuanto tuve ocasión de ver los aeroplanos en los que nos trasladarían, lo hice mi número talismán. Pues bien, junto con la chapita, nos dieron un trozo de cuerda de poco más de dos palmos para poder colocar la plaquita al cuello…

Urrieles Dobra, Mateo. 24-10-2004
Policía Territorial


Otros relatos del mismo autor:
Relato 010a.- “RECORDANDO-I ‘INICIO’ “
Relato 010b.- “RECORDANDO-II ‘LA DUDA’ “
Relato 010c.- “RECORDANDO-III ‘HATARRAMBLA’ “
Relato 010d.- “RECORDANDO-IV ‘AUTORIDAD Y DISCIPLINA’ “
Relato 010e.- “RECORDANDO-V ‘EL CUARTEL’ “
Relato 010f.- “RECORDANDO-VI ‘EN EL AAIÚN. DE REGRESO’ “
Relato 010g.- “RECORDANDO-VII ‘LOS DE REEMPLAZO’ “