«LEYENDAS SAHARIANAS-IV: ‘DESTINO: BU-CRAA’ «

Como en otros relatos, los hechos aquí narrados están en general basados en eventos reales y mayormente descriptivos, (todo lo que la memoria puede recordar tras 43 años), con el fin de dar a conocer a los que no hubieran estado en el lugar, las peculiares características que nos rodeaban y con la añadidura de otros derroteros necesarios para hacer más amena su lectura. Los nombres de todos los personajes son ficticios, salvo la excepción y previa autorización de: mi amigo “Her Furri”
Continuando con mi último relato de “El Chiringuito”, ya anunciaba algo de cuál sería el siguiente y tras 8 años de sequía literaria, helo aquí: Destino: Bu-craa.

Preámbulo.
Conocido por varios relatos de los compañeros y por mis casi seis meses de permanencia “in situ”, en Bu-craa; llamémoslo Fos Bu-craa, por introducirnos en nuestro cometido en la zona, que no era otro que tener un puesto avanzado de protección junto a la mina de fosfatos y sobre todo a la cinta transportadora que hacía llegar dicho material hasta el muelle de carga situado a unos 100km en Cabeza de Playa, atravesando el desierto de Sureste a Noroeste hasta el Atlántico.-
En 1947, Don Manuel Alía Madina, geólogo español, fue el descubridor en el Sáhara de los inmensos yacimientos de fosfatos importantes por su cantidad y calidad.- Fue en 1962 cuando se formó la empresa española que empezó a explotar el yacimiento “Fos Bu-craa S.A.” dependiente del I.N.I., (Instituto Nacional de Industria de entonces).-
El producto extraído es la “fosfarita”, rocas fosilizadas que contienen pentóxido de fósforo, formada por acumulación de esqueletos y excrementos animales, cuyo componente principal es el ácido fosfórico, que da origen al fosfato, de gran interés para la agricultura como fertilizante, para cosmética y en general para diversas aplicaciones en la industria química.

El traslado.
En la mañana del 22 de Abril de 1974, se llevó a cabo el traslado de la 2ªCía. del Batallón de Infantería Cabrerizas I, del viejo cuartel en Cabeza de Playa, al Nuevo Cabrerizas-Bu-craa.- Este se hallaba en mitad del desierto, a unos 400 metros del campamento minero de Fos-Bucraa y a unos 5,5km, de la mina de fosfatos situada en aquel entonces en dirección Sur del Batallón.-
[ Entendiendo por “la mina” como el lugar donde en aquel entonces, se encontraba la excavadora Dragalina, o sea “el tajo” .- En aquella época podía haber unos 3 km excavados en los años que llevaba trabajando la máquina.- A fecha de hoy el tajo se encuentra a más de 20 km. en dirección Nor-Noreste ].-
La tropa, aunque contenta por el cambio de la rutina diaria hacia algo nuevo, era también consciente que se habían acabado hasta dentro al menos de tres meses, la brisa marina del Atlántico, los baños en la playa, los viajes a Aaiún en la “guagua” para comer bien en el Parador, ver alguna película, poder visitar a compañeros o amigos de otros cuarteles, gozar de una temperatura inimaginable comparada con la del interior del desierto, etc.- Para más “inri”, el nuevo y recién terminado Batallón de Cabrerizas II, situado a poco más de un kilómetro al Sur del viejo, se estrenaría al poco de marcharnos; ello suponía para los que se quedaban, el cambiar unos barracones viejos, exiguos y sobresaturados con literas de tres alturas, cocinas arcaicas, infestas letrinas, instalaciones totalmente obsoletas con más de veintitantos años de antigüedad, a nuevas y modernas instalaciones a estrenar.- Pero bueno, según decían, al parecer también era nuevo el cuartel de Fos Bu-craa, que, aunque estaba inacabado, en teoría disponía con lo imprescindible para empezar a funcionar.-
Una larga hilera de camiones aparcados en batería, esperaban la orden de marcha a las puertas del viejo Batallón de Cabrerizas preparados y cargados desde el día anterior, (a falta de la soldadesca con su armamento y petate).-
El convoy, se pone en marcha tras el desayuno y lo componen además los soldados de la 2ª Cia., camiones con enseres, pertrechos y avituallamiento, varios Land Rover, (algunos de ellos montaban un cañón sin retroceso de 90m/m. aun sin estrenar), camión cisterna con agua potable y otro con combustible y en general todo lo que era el traslado de una compañía a un nuevo cuartel, incluyendo “la manduca” al menos para cuatro semanas. Yo era uno de los trasladados y éramos la primera tropa que se asentaría allí, si bien las patrullas de Tropas Nómadas hasta entonces tenían ese recorrido dentro de su misión de vigilancia.-
Abría la caravana una tanqueta seguida de un Land Rover con el capitán al mando, un sargento y un soldado con la radio más el chofer y la cerraba otro Land Rover con un teniente, un cabo, chofer y otro soldado con radio.-
La distancia entre Cabeza de Playa y Bu-craa era de unos 130km por carretera vía Aaiún.- Digamos que la carretera que desde Aaiún enfilaba hacia el Sur hasta encontrarse con la cinta transportadora de fosfato, estaba “asfaltada” hasta el destino, pero con una tremenda cantidad de baches que hacia extenuante el tratar de mantenerse sentado sobre las tablas laterales de la caja de los camiones.-
Siroco, que esos días estaba más “valiente” de lo normal, hacía que la arena barriera la carretera dejando poco visible algunos tramos y en los camiones donde íbamos, aunque a poca velocidad, hacía que el revoco del viento introdujera la arena dentro de la caja del camión, incluso con los toldos traseros semi-echados.- El polvo era tan fino que se colaba por cualquier fisura, creándose una especie de neblina en el interior.-
En esas condiciones, de viento, polvo y calor, lo aconsejable era echar “un pito”, lo cual tenía su ciencia, ya que con los saltos del camión, era ardua tarea el poder encender el cigarro, si se quería hacer como normalmente se hace: el cigarro en una mano y el mechero o cerilla en la otra.- Bueno, pues con los saltos esta operación era casi imposible, dado que con una de las manos había que emplearla en sujetarse.- La solución la dio un “abuelo” cogiendo el cigarro y con la misma mano el de otro compañero y aproximando el ascua de uno al otro.- Una vez aprendida la lección por todos los que fumaban, que éramos mayoría, pusimos manos a la obra y entre la neblina del polvo que entraba y el humo de los cigarros, hubo de abrirse por entero el toldo trasero del camión porque era irrespirable el ambiente interior, aunque al poco tiempo se decidió dejarlo como estaba antes, por la arena que sin piedad entraba por detrás y el humo del tubo de escape del camión.-
A medio trayecto hubo una parada técnica para tomarse el ya clásico bocadillo de mortadela, cuyas lonchas eran semitransparentes y un plátano, con la inseparable cerveza y para descargar las vejigas, continuando la marcha tras una media hora de parada.-
Uno de los camiones al parecer se salió de la calzada “asfaltada” y hubo que empujarlo hasta ponerlo en posición de continuar.- Como era habitual en el ejército, se procuraba emplear poco las máquinas; [ resultaba curioso que en el muro Norte del BIR, donde con el tiempo se había formado una gran duna, se veía continuamente rebasado por la arena movida por el constante viento, que había que palearla o transportar en “ cadena de perolas “ al mismo sitio de donde había venido o sea detrás del muro.- Esto ocurría día a día ejecutado por cada una de las compañías que componían el Batallón del BIR, (hecho que hoy en día más de uno lo estamos sintiendo aun en la cintura) y sin embargo, sobre esta duna había una maquina explanadora, (de las que normalmente se utilizan en ejecución de obras en carreteras para extender la tierra o grava) y una pala buldócer de cadena que jamás se las vio funcionar ]; así que los componentes del camión accidentado más los del camión que les seguían fueron los encargados de poner de nuevo el camión en la carretera bajo el mando del brioso Sargento Mayoral.

El Batallón de Infantería Cabrerizas Bu-craa.- Campamento minero.
Tras algo más de dos horas de trayecto, se avistó a mano derecha de la carretera el campamento minero.- Este recinto de planta rectangular y de unas 5 hectáreas de superficie, albergaba a los trabajadores tanto de la mina como del mantenimiento de las maquinarias y de la cinta transportadora de mineral.- Era en realidad una pequeña ciudad situada en mitad del desierto, en la que convivían en su mayoría trabajadores canarios y saharauis.-
Esta pequeña ciudad, era muy completa, ya que disponía además de los barracones con aire acondicionado para los trabajadores, de un pequeño mercado de abastos, de piscina, de un centro médico con farmacia, de cafetería, (donde el alcohol estaba prohibido y de hecho los panaderos canarios que trabajaban por la noche, al alba tenían permiso para ir a la pequeña cantina, (si aquel cuchitril podía llamarse así), que teníamos en el Batallón y antes de acostarse se tomaban unas copitas de ron “a pelo” y al preguntarle el porqué de esa bebida a esa hora, decían que refrescaba mucho el cuerpo antes de dormir……..), salones de descanso, un pequeño zoo, etc.- Asimismo disponía de una pista terrera para aterrizaje de avionetas que transportaban normalmente a los técnico a Canarias y para alguna emergencia que ocurriera.-

Continuando por la misma carretera y a unos 400 metros del campamento, se llegaba por fin al Nuevo Batallón de Infantería Cabrerizas Bu-craa.-
El recinto amurallado del batallón, (aunque inacabado), era así mismo de planta rectangular con una extensa superficie de 3,5 Ha., que hacía pensar que estaba diseñado para futuras ampliaciones, tanto de barracones para la tropa, como para zona de comedor, servicios, barracones de oficiales y suboficiales, etc.- A nuestra llegada había solo dos barracones para la tropa, pero cabrían al menos tres o cuatro más.-
El Batallón se componía de un barracón a la derecha de la entrada que albergaba el cuerpo de guardia, zona médica-sanitaria y oficinas, a continuación el patio de armas en cuyo centro figuraba el mástil de la bandera y a su alrededor el barracón comedor, anexo al de Oficiales y Suboficiales y en su zona Norte dos barracones para la Compañía.- Yo dormía en el primero de ellos.-
Los barracones, iguales a los del nuevo cuartel de Cabeza de Playa, eran desmontables y transportables a cualquier sitio que se pudiera necesitar.- Eran a estrenar y reunía ciertas condiciones de aislamiento térmico necesario en el lugar en que nos encontrábamos, si bien servía de poco porque la puerta de entrada estaba casi siempre abierta y junto con las ventanas basculantes también abiertas, el aislamiento servía para poco o nada.-
Al contrario que en el viejo Cabrerizas 1, donde estábamos hacinados en exiguo espacio dentro de los barracones de unos seis metros de ancho, literas de tres alturas y casi sin espacio entre ellas que no cabían ni los petates, poca luz y ventilación; aquí, los barracones con unos doce metros de anchura, se disponía de holgura más que suficiente como para, en caso necesario, colocar otra cama en medio de dos y sobraba sitio.-
Su longitud de unos cuarenta y cinco metros, estaba dividida en dos zonas: los dormitorios y los aseos.- Los dormitorios estaban formados por dos hileras de literas de dos alturas sin divisiones.- Normalmente los Cabo 1ª dormían al final y el resto era para la tropa.-
Los aseos tenían todos los aparatos sanitarios instalados, inodoros, lavabos, duchas, etc.,a estrenar, pero no se podían aun utilizar porque faltaba el agua en los grifos y la tubería de desagüe del saneamiento, aún no se había instalado; ni llegó a funcionar, al menos en los casi seis meses de mi estancia en el Bu-craa.-
Los aseos estaban cerrados con llave por estar inoperativos, si bien como cabo de obras, yo si tenía la llave de los aseos en ambos barracones, privilegio que permitía tocar la guitarra con mi amigo Mariano, ( nunca he podido contactar con él), y otra guitarra que nos agenciamos, con lo cual podíamos cantar y hacer algunas grabaciones con dos grabadoras, canciones que aún conservo tras haberlas salvado en CD.- La cinta original tuvo éxito y varios compañeros me la pidieron para grabarlas dado que de alguna forma habían intervenido, ya fuera haciendo percusión, ( con la sierra de dos cuchillos, con una banqueta o cualquier elemento que sonara ), o haciendo coros.- Normalmente los que coreaban que “daban pena”, hacían percusión.- Fueron ratos muy agradables y de agradecer, porque llegábamos a olvidar el inhóspito lugar donde nos encontrábamos.-
El lado izquierdo del Batallón, estaba formado por dos grandes porches inacabados, donde se albergaban los vehículos Land Rover, tanquetas y algunos camiones, (el resto tras el traslado, regresaron a Cabeza de Playa).- Completaban el Batallón un gran depósito subterráneo que sería para el “pozo ciego”, (una vez que funcionara el saneamiento), una pequeña cantina provisional y una perrera en el ángulo superior izquierdo del recinto.-


Este pozo ciego, disponía de una trampilla hermética y una escalera para bajar de la que habíamos colgado un portalámparas enchufado a uno de los aseos.- Algunos lo utilizamos en las dos ocasiones que el Simun dio la cara, con un viento del Sur huracanado que arrastraba una nube de fino polvo rojo que se metía por todas partes.- Hoy en día, donde vivo, en Estepona, algunas veces veo sobre algún “poyete” ese polvo que cruza Marruecos, el Estrecho y llega al Sur de Andalucía con toda facilidad, incluso he leído que llega a Centro América.-
Aprovechamos el guarecernos en el pozo, para jugar partidas de cartas, tomar alguna cerveza o simplemente charlar, todo ello bajo la lluvia del polvo finísimo que se colaba por la “hermética” trampilla.- Cuando salíamos, salía con nosotros una enorme nube de humo del tabaco.
Yo estaba encargado de algunas terminaciones de obras.- Recibí dos veces la visita breve de un Comandante de Ingenieros, que me indicò como había de terminarse esos porches y el resto del muro izquierdo y de mi Capitán recibí orden más concreta, que consistía en hacer dos monolitos a ambos lados de la entrada al Batallón, uno clásico y otro “abstracto”.-
La tranquilidad que se respiraba en el Batallón contrastaba, según me contaron, con el nuevo Batallón de Cabrerizas Playa.- Aquí en Bu-craa, los Oficiales y Suboficiales, rara vez imponían sanción o arresto y los días trascurrían, ( dentro de lo que es estar en el interior del desierto con 50º a la sombra) , sin problemas dignos de mención.- Había como era natural las clásicas “pastillas”, entre la que destacaba frotar en las sábanas del agraciado, o más bien del desgraciado, con “lana de vidrio” proveniente del aislamiento térmico que tenía el cerramiento tipo “sándwich” de los barracones, la cual se encontraban por todos lados.- Al restregarse en la sábana cuando te acostabas, producía un picor insoportable y más que una pastilla era una verdadera putada, porque había que lavar las sábanas varias veces, para que se fuera el efecto y el agua no abundaba.-
Desde que llegué a Bu-craa, estaba relevado de servicio durante el día, si bien me tocaron varios “retenes” por la noche para “pasear” alrededor de los muros perimetrales del Batallón, pero era llevadero.- Esto fue hasta que volvió mi compañía a Cabeza de Playa tras casi tres meses de estancia en BU-craa y creo que fui de los pocos que se quedaron, (obras, obras, benditas obras).- Una vez que marchó mi compañía, lo primero que hice fue comentarle al recién llegado Cabo Furriel, (vasco él y de mi remplazo), que yo estaba totalmente exento de todos los servicios por las obras y así fue, porque al decírselo al nuevo Capitán, este asintió sin problemas y creo que lo pillé en un momento clave, porque acabado de llegar al nuevo destino, tenía otras cosas más importantes en que pensar y organizar, que en mi situación.-
El nuevo Capitán, al poco tiempo se interesó por los monolitos que estábamos empezando a hacer en el exterior de la fachada de entrada, lo que me supuso intercambiar con él ideas que me fueron beneficiosas a la hora de desenvolverme; por ejemplo: se disponía de un dumper para el transporte de materiales dentro del recinto del batallón a fin de llevarlo a los tajos: bloques, ladrillos, cemento, arena, etc. Pues bien al diseñar el monolito “abstracto”, se me ocurrió hacerlo con la piedra “bizcochera” que abundaba por doquier, pero fuera del recinto del Batallón y al solicitarle permiso para salir a buscarlas, no tuve ningún problema, e incluso le pedí también permiso para llevarle en el dumper al amigo Ahmed, cuya háima se encontraba a medio kilómetro del Batallón, las sobras del rancho para sus cabras y los dos dromedarios.- Al Capitán le pareció bien y lo aceptó.-
El amigo Ahmed, se asentó próximo al Batallón y como ocurría en el BIR, suministraba de sobres, sellos, bolígrafos, etc., a la tropa.- Tenía dentro de la háima a sus tres mujeres a las que nunca les vi la cara destapada, tan solo los ojos.- Completaban su familia dos niños pequeños.-
Las cabras y los dromedarios al poco tiempo daban gloria verlos.- A cambio Ahmed me obsequiaba con los tres tés de ritual y en dos ocasiones me dio unas figuritas que el tallaba con madera de Talha, que venía a ser una especie de acacia de madera blanda fácil de tallar, con la que me mostraba su afecto y agradecimiento.-


La camaradería entre los compañeros, era a diario palpable.- Estar aislados en aquella zona nos proporcionaba más tiempo de contacto, alguno empezó a aprender a hacer cuentas porque al volver a la península, su futuro suegro tenía una tienda en el pueblo y él quería tener al menos conocimiento mínimo de la cuatro reglas para poder desenvolverse; otro aprendía a escribir, teniendo como docentes a los compañeros.- Recuerdo a un “calé “ que recibía de vez en cuando la carta de la novia, ( que era “paya” ), y me la daba para que se la leyera, sentándose a mi lado se frotaba las manos con ansiedad y tensión para oír lo que decía y luego me pedía que le escribiera “argo” en contestación a la novia, de tal forma que durante un tiempo hice las veces casi de “celestino”, pero con gran agrado y respeto hacia él, porque en su historia no figuraba la fase de haber podido ir a una escuela, las circunstancias de la vida le llevaron a que a esas alturas fuera un analfabeto.-
En algunas ocasiones, cuando estábamos “los músicos” tocando en la sala de grabación, (los aseos), mi amigo el “calé” se acercaba por allí y arrancaba con un auténtico “cante hondo” , acompañándose de las palmas y lo hacía muy bien, con ese arte y ese alma que ponen en el cante.- Me incitaba para que le acompañara con la guitarra, pero el flamenco no era mi fuerte, así que con gran pena, me limitaba a percusionar la caja de la guitarra lo mejor que podía para acompañarlo.- Él seguía cantando y daba la sensación que en realidad no necesitaba ningún tipo de música para acompañarse.-
Otra anécdota, esta de tensión, ocurrió en el botiquín, cuanto una tarde poco antes de retreta estábamos Jorge el sanitario y yo echando un pitillo y de pronto llegan tres compañeros con otro en brazos chorreando sangre por la mano derecha.- De una serena y saludable tranquilidad, el “sani” y yo de pronto pasamos a rodearnos del caos más absolutos.- El herido y los tres acompañantes, entran en tromba, gritos, tropiezo con sillas, chorro de sangre por el suelo, caída de dos de ellos junto con el herido al resbalar………………. Al final, logramos subir al herido a la camilla.-
Como primera medida se llamó al Capitán, (que se encontraba en el campamento minero), y en su lugar se le dio aviso al Teniente de guardia que se presentó y restó importancia a la situación con un – ¡ “Eso no es na” joder¡, (le faltó decir : –“ para esta chorrada me llamáis” -, pese al charco de sangre que había en el suelo. – Eso con un par de puntos listo.- ¿Sabes coger puntos sanitario? .- Jorge asintió. – Pues venga, manos a la obra.- Dicho esto se fue.-
Una vez serenado los ánimos, el “sani “ lo primero que nota al acercarse a la camilla es una intensa peste a alcohol de los cuatro llegados, para la cual no tenía cura inmediata.- Examinada la mano, ve que la sangre mana a chorro entre el dedo corazón y anular por la cara interna de la mano derecha de Desiderio, que es como se llamaba el herido natural de Albacete para más detalle.-
– ¡ Hay que coser ¡, dijo una vez detenida la hemorragia tras dos o tres minutos con el brazo levantado y desinfestada la herida con árnica.- A Desiderio no le gustó lo de “coser”.- La herida tendría unos 4cm, desde donde se juntan los dedos hasta el centro de la palma.-
El botiquín, a nivel quirúrgico, estaba aceptablemente dotado: guantes de látex, aguja circular, hilo, porta aguja, pinza “Kelly”, etc.- Lo que no había nada es para una anestesia local, como era el caso.-
Sacó todo el instrumental en una bandeja de acero inoxidable y tras lavarse las manos empezó a ponerse los guante, siendo este el momento que aprovechó Desiderio para levantarse de un salto y dirigirse a la puerta balbuceando cosas ininteligibles, pero es “cazado” por los compañeros y devuelto a la mesa.- Con el forcejeo, empieza de nuevo a sangrar.-
Mientras se preparaba el “sani” preguntó como había sido y le responden que estaban tonteando en el barracón y con la “papa” que tenían, Desiderio, resbaló apoyándose en el cristal de una ventana que rompió y se hizo el corte en la mano.- Comentado esto, dos de los portadores de Desiderio se van y el “sani” les pide que traigan un dos o tres copas de ron, ginebra o lo que sea como anestésico y así lo hacen, entendiendo que con las que ya traía dentro, serían suficientes para atontarlo un poco mas.-
Puestos mano a la obra, nos pide al restante y a mí que le sujetemos al herido, uno los hombros y el otro la mano dañada a modo de como se sujeta una “boa constrictor”.- Tras enhebrar la aguja curva, que era de un tamaño que daba miedo verla, procede a clavarla cerca de la unión de los dedos…………. Desiderio con la otra mano empieza a dar golpes en la camilla, a gritar como loco y a revolverse de dolor.- La aguja no clavaba; no clavaba porque tenía un enorme callo producido por el “paleo” del BIR.- Esto era factor común de todos los que habíamos pasado por allí, que éramos todos.-
Se llamó a dos compañeros de guardia, (teníamos el cuerpo de guardia al lado), para que ayudaran a sujetarlo.- De nuevo el “sani” coge el porta aguja e intenta clavar ………… la aguja no clava y queda dividida en dos partes al romperse, una de ellas a medio clavar en el callo; gritos, puñetazos a la camilla, sangre que le chorreaba y cubría el antebrazo…… Tras un copazo de ron se dialoga con Desiderio, haciéndole ver que aguantara un poco, porque no podía quedarse así la herida, lo sujetamos entre los cuatro y se prueba ahora por el otro lado de la herida, por la palma de la mano.- Ahora sí, tras unos berridos infernales, consigue poner un punto con cierta maestría.- Todos los presentes salvo, Desiderio que sigue gritando, exclamamos: – ¡ “Bien sani”, “bien” ¡-, como cuando se ponen un par de banderillas al toro como hay que ponerlas.-
Para no alargar esto, diré que se partió otra aguja, en total le puso seis puntos, dos con el porta aguja y los otros cuatro ya a lo bestia con la ayuda de un alicate, porque no había manera de pinchar la zona de callo utilizando el porta agujas.-
Se desinfesto la zona de actuación, se limpió de sangre el antebrazo, se vendó, se tomó la copa restante de ginebra y se le dio al herido unas pastillas que decía el “sani” que eran antibióticos y analgésicos, que como se sabe estas pastillas “milagrosas” que daban en la mili, tenían un efecto multiplicado por diez.- Caso de que no hicieran el efecto deseado, es que estabas ya “listo de papeles”.- Una vez dormida la “mona”, al día siguiente con una resaca de caballo, se le veía contento, sobre todo porque se libró de una semana de servicio por baja .- Era un manchego fuerte y la herida sanó sin más problema.- ¡Hurra por el “sani”!.-
Hay otra anécdota ocurrida a primeros de Julio, cuando se celebraba no sé qué fiesta ….., pero lo interesante es que se había matado un dromedario, (mal llamado genéricamente “camello”), no muy grande y se pregonó que habría auténticos “pinchos morunos” para degustar, hechos por los nativos.-
Al afortunado evento asistieron además de la tropa, dos vehículos venidos desde Cabrerizas-2 con mandos y familiares.- Empezaron a pasar platos de ricos pinchos que acompañados con las correspondientes cervezas hicieron las delicias de todos, bueno, de todos los que no estábamos acostumbrados a tan rica bacanal, pero hubo uno autodenominado “el tripero” que volvía en ese momento de patrulla junto con otros compañeros, que recién sentados en la mesa y diría que con el primer trozo de “dromedario” en la boca, ven entrar al suboficial de guardia que acercándose a nuestro Capitán, vierte en sus oídos algo que le hace cambiar de aspecto sonriente a expresión tensa.-
En ese momento se levanta, hace callar a todo el comedor y manda coger las armas con sus cargadores correspondientes y formar en el patio a la voz de ¡ya!, que era como se hacía todo……………
Adiós pinchos morunos, adiós cerveza, adiós toda la alegría que se respiraba momentos antes.-
Cunde el caos.- ¿Qué pasa?, se empieza a hacer conjeturas y especulaciones, …. Frente Polisario, ataque a algún pueblo próximo, ….. Como era de esperar nadie sabe nada y nos dicen menos.-
“El tripero”, que no era otro que mi buen amigo el Cabo, ya exFurrier, (Her Furri), además de tener hambre a todas horas y que en contra de lo que se pudiera pensar por comilón, estaba en los huesos, (quizás por su activo metabolismo, quizás por las diarreas que asolaron a casi toda la Compañía; yo entre ellos), se quedó sin comer. Con aspecto de desolación formó como todos los demás en el patio de armas.-
A petición del Capitán, un grupo de compañeros incluido “Her Furri” se apuntan voluntarios para escoltar a los invitados venidos de Cabreriza 2.- El viaje de ida y vuelta, según me contó, transcurrió sin problemas y llegados de nuevo a Cabrerizas-Bu craa, (oh putada cruel del destino), lo apuntan para patrullar en Land Rover por el exterior.- Todo ello, sin comer …………….. yo no sé cómo esta criatura aguantó.-
A mí me asignaron, junto con dos compañeros más, una ametralladora MG sobre bípode y tres cajas de munición de 50 balas cada una y nos dieron orden de situarnos en la esquina Nor-este del Batallón.- Las otras tres esquinas restantes también fueron cubiertas por ametralladoras.- En esas posiciones, se tragó arena por un tubo.- El resto de la tropa se quedó en el interior, salvo las patrullas itinerantes alrededor del cuartel y otras que sobre Land Rover salieron a cubrir un radio mayor.-
Al final, y tras la “noche toledana” que pasamos, todo quedó en agua de borrajas .-

La roulotte, (el carromato), de la dragalina.-
Antes referí que estaba exento de servicios por el día y era cierto pero con una salvedad; así como fui de los primeros en llegar al Cuartel de Cabrerizas Bu-craa con la 2ª Cía., “me tomaron cariño” y también fui en el primer pelotón destinado a la célebre roulotte de la dragalina.-
Relatado al detalle por mi buen amigo y compañero de fatigas Albert Marín Ausi, (Her Furri) en: “El carromato de la dragalina”, no entraré en más descripción, pero si quiero comentar la sana envidia que me invadió al leer años después su relato y ver las fotos de la “mansión” que se construyeron.-
Para cualquiera que vea en la foto el resultado final de la obra de mejora y ampliación de la roulotte y no conociera el lugar y las circunstancias, diría que la foto podía haberse tomado de cualquier chabola de mala muerte en los marginados extrarradios de cualquier ciudad, pero; ¡No!, no era así.-
Cuando los pioneros llegamos por primera vez al carromato, nos encontramos solo el carromato pelado, y “punto”, no había nada para sentarse, nada para apoyar los platos, ni una mala mesa para escribir una carta, etc….. nada.- Y por supuesto, nada de bidones para refrescarse, ni techumbre para estar fresquito a modo de porche……. Nada.-
Así que quiero felicitar desde estas líneas al segundo pelotón que con astucia y una poca de ayuda, hicieron de aquel paraje salvaje en medio de la nada, un “oasis”.- Bueno, oasis, oasis no era, pero téngase en cuenta que soy andaluz y a veces exageramos un poco, no obstante debo decir que la Infantería no se amilana ante nada y como decían las abuelas, “ lo mismo sirven para arreglar un roto que un descosío ” .- Pero de todas maneras, con oasis o sin él, era una putada que te tocara la guardia de la dragalina porque sufrías doble aislamiento: estar lejos de tus compañeros y más lejos de tu casa.-
En el tiempo que nos tocó al primer pelotón estar en el carromato, buscábamos la sombra girando alrededor de él y en las horas centrales del día, no había forma de encontrarla, dormíamos la siesta debajo porque dentro era un verdadero horno, si bien bajo el carromato, terminábamos rebozados en arena al ser arrastrada por el viento.- Cuando venían los compañeros a traernos la comida y el correos, era para nosotros una fiesta porque además de la compañía, nos contaban las anécdotas que ocurrían en el Batallón.- Por las noches, algunos nos tendíamos en la ya fresca arena boca arriba y esperábamos el paso de un cierto satélite, que a hora puntual pasaba por un punto fijo del cielo estrellado y lo localizábamos porque teníamos un punto de referencia marcado en el borde del techo de la roulotte .-
Llevé conmigo al carromato mi estupendo radio-cassette Aiwa, con el que mediante una antena que me agencié estirando un muelle grande, llegué a captar, además de otras emisoras, Radio Luxemburgo, en aquel entonces pionera en la emisión de música “pop”, lo que de alguna forma palió el hastío de la soledad reinante.- El objetivo era “quemar tiempo”, combatirlo, agotarlo.-

1ª Pelotón de Guardia en el carromato.- Llegada del avituallamiento.-

Salida de descubierta a la mina.-
Hubo otra noche digna de mención en la cual tres compañeros y yo, salimos de “descubierta”.- Uno de ellos era madrileño y en el viejo Batallón hacía de administrativo de nuestro Capitán, (el astémio). De los otros dos no recuerdo los nombres.-
Pues bien; como antes he referido, el muro izquierdo de cerramiento, del Batallón, estaba aún inconcluso.- Hacía poco tiempo, (dos o tres días), que habíamos vuelto de la roulotte.- Uno de los componentes de la segunda patrulla de la roulotte, (Albert Marín), se encontraba mal con diarreas, fiebre etc……
Con todo ello y para celebrar sobretodo nuestra vuelta al Batallón, tras unas copas detrás de otras, decidimos visitar a nuestro compañero enfermo en el carromato, de forma que una vez concluido el toque de silencio, los cuatro, con la alegría y falta de conciencia que da el “etílico”, salimos a través del hueco del muro obviamente a pie hacia la roulotte.-
La noche era clara y guiándonos por las rodadas del vehículo que los avituallaba y los fuertes focos de la Dragalina, llegamos al carromato .- Tras unas estudiadas palabras de disculpa con el Cabo Primero que estaba al mando, nos comentó a lo que nos exponíamos y que si no ocurría nada, él “no había visto ni oído nada”, de lo contrario, “soltaría” lo que fuese necesario para proteger su pellejo.-
El enfermo, estaba realmente hecho papilla, después de dos días a “caño abierto”, sin retener nada en el cuerpo, con fiebre, temblores……, una pena.- Estuvimos con él poco tiempo deseándole que se restableciera.-
Dos de los cuatro que íbamos, no conocían de cerca la Dragalina, (que podría estar a unos 700m del carromato), pero el C. Primero nos quito las ganas de ir, porque no quiso decirnos el Santo y Seña, (por razones lógicas) y el centinela que estaba de guardia tenía órdenes de no reconocer ni a su padre.- Así pues, decidimos ir directamente al fondo de la excavación, donde las palas cargadoras llenaban de fosfatos los enormes camiones.-
Ya dentro de la excavación, la presencia de los cuatro cerca de las máquinas en contra de lo que podíamos suponer, fue grata para los que trabajaban, de forma que momentáneamente pararon las máquinas y se unieron a nosotros para echar un cigarro.- Eran tres canarios y la pregunta esperada fue: – ¿ que coño hacéis aquí a estas horas ¿.- (serían las 11.30pm.).- Le contamos la mitad de la historia y prometieron no comentar nada.-
Fueron con nosotros muy amables y simpáticos, quizás porque rompimos por unos momentos la monotonía del tedioso y repetitivo trabajo nocturno .- Tal fue así, que convencimos a uno de los camineros a que nos llevara a la base de la factoría y lo hizo con la condición de que nos bajáramos a unos 50m antes de llegar; y así lo hicimos.-
Ya de vuelta al Batallón, con la satisfacción de lo recorrido y las vivencias tenidas, la “papa” se iba diluyendo y la preocupación ahora se centraba en que el centinela de la puerta no nos viera, así que tras dejar las rodadas de ida, hicimos un gran arco en el recorrido, entrando por donde habíamos salido, al principio en silencio y al final cabreando al “imaginaria” y despertando a la mitad del barracón.-
Fue una noche de lo más completa y satisfactoria, que no tuvo mayores consecuencias, por suerte, porque hubiera sido un “puro” catastrófico si nos pillan.-

La mina de fosfato.- La dragalina.-
El arranque de fosfato se hace a cielo abierto por el sistema llamado de “descubierta” con vertido del material estéril a la escombrera mediante el empleo de una dragalina, que como saben los que la vimos, era una enorme máquina excavadora capaz de mover grandes volúmenes de material.-
Básicamente estaba compuesta por una cabina donde alberga la maquinaria, una serie de motores, cables, poleas, etc y la sala de mando, una torre o mástil, (de unos 100m de altura), la cuchara, (pala cargadora), y dispositivos para su desplazamiento, (patines).- Se clasifican por la capacidad de la pala cargadora, que puede oscilar entre 75 y 120m3.- Se puede indicar a título comparativo, que la que había en Bu-craa, le cabían tres Land Roveres grandes atravesados.-
Posee una profundidad de excavación de hasta 75m. y un radio de trabajo de 115m.

Funciona mediante corriente eléctrica facilitada por enormes generadores, si bien hay otras movidas por motores diésel.-

El funcionamiento es simple: la gran “cuchara” esta accionada por cables verticales y horizontales; los verticales sirven para izar y soltar la cuchara, que por su peso se clava en el terreno, a continuación con los dos cables horizontales tiran y arrastran la cuchara cargándola, se eleva la cuchara y se hace girar el conjunto para descargar la cuchara en el sitio idóneo. (Ver video adjunto).

Enlace para ver el video

Dado el tremendo volumen de estas máquinas, se transportan sus componentes desmontados y se montan en el sitio donde empiezan a trabajar.-
Una de las cosas más curiosas que tuve ocasión de presenciar, además del rutinario trabajo de excavar, era verla desplazarse para cambiar de posición.- La máquina, en régimen de excavación, rotaba sobre una gran plataforma circular donde se asentaba y además en los laterales tenía dos especies de “patines” unidos por un eje transversal, que con un movimiento de rotación, se elevaba y avanzaban unos metros; a continuación, la plataforma circular en la que se asentaba la máquina era la que se levantaba y avanzaba.- La operación era muy lenta.-
En la época donde se centra esta narración, (año 74), había solo una dragalina operando y otra nueva que se estaba montando más al Nordeste, que es con seguridad la que narra mi compañero “Her Furri” en su relato y de donde sacaron el material para la “mansión”.-
Previamente al comienzo del trabajo de la dragalina, se perforaban en la zona de actuación unos agujeros y se metían explosivos a unos ocho-diez metros de profundidad, a fin de remover la capa superior del terreno; una vez reventados los cartuchos, iniciaba su trabajo la dragalina.-


La función de la cuchara de la dragalina era excavar tierra, (la ganga), hasta 40 metros de profundidad, y a partir de ahí se encontraba el fosfato con una riqueza próxima al 90%, (la mena), prácticamente en estado puro.-
A continuación máquinas retroexcavadoras de gran tamaño sobre orugas arrancaban el fosfato y enormes camiones con descarga inferior, lo transportaban hasta la tolva de alimentación de la planta de trituración primaria, donde se desechaba los trozos más grueso mayores de 10m/m, que normalmente eran de caliza y sílex.- Una vez pasada por varias moliendas, cribas y lavados, entraban en la cinta transportadora.-

La cinta transportadora compitió al principio con otra opción que proponían los técnicos que era el ferrocarril, pero tras un detallado estudio fue rechazado por tener que trabajar en un ambiente desértico, que suponía prever problemas funcionales que se reflejarían en el costo de mantenimiento, averías y rendimiento.- Al final se decidieron por la cinta, pero lo que no tuvieron en cuenta los técnicos fueron los ataques del Frente Polisario, muy activo en esa época.-
La cinta transportadora discurría desde la mina hasta la playa e incluso se adentraba 3.2km., en el mar ya que no había calado suficiente para que atracaran los barcos.- Tenía una longitud de unos 100km. salvando un desnivel de más de 200m desde la mina al Atlántico.-
La cinta en sí, era de un caucho especial de 1m. de anchura reforzado con hilos de acero; discurría sobre rodillos y estaba accionada por motores eléctricos instalados en 11 casetas.- La distancia entre caseta oscilaba entre 7 y 11 kilómetros, con una velocidad de 4,5 metros por segundo y la alimentación de los motores eléctricos se hacía a través de una línea de alta tensión que discurría paralela a la cinta.-
Desde la zona de la playa, se controlaba automáticamente todo el sistema.-
La función del Batallón de Infantería era precisamente patrullar esta cinta a menudo atacada por el Frente Polisario, que saboteaba sobre todo las casetas de propulsión, paralizando con ello todo el sistema.- Los 100km. de la cinta, lo cubrían en parte desde Cabrerizas Playa y el resto desde Cabrerizas Bu-craa.-
La edad media de los que fuimos destinados a la mina, el compañerismo y la aceptable disciplina hacía que se pudiera sobrellevar las circunstancias adversas de aquel lugar.-

Fin.

Orriach Espinosa, Francisco. (MA) 01-01-2018
Infantería.
Cabeza Playa, Bu Cráa. 1973-1974

P.D. Agradecimiento al grupo “Cabrerizas” y en particular a Albert Marín, por sus informaciones de apoyo a lo que me restaba de memoria tras 42 años.- También al que ha hecho la fusión y montaje del video y ha añadido los temas musicales: mi hijo Pachy Orriach.-
Autores de temas musicales: The Beatles, The Osmonds y Joe Bonamasa.- Si bien, los temas los he reescrito y las versiones son mías.- Espero os guste.-


Otros relatos del mismo autor:
Relato 002.- «MI AMIGO FRANCISQUITO»
Relato 027.- «UN PERMISO DE DIEZ DÍAS»
Relato 065.- «EL CHIRINGUITO»
Relato 112.- «DESTINO: BU-CRAA»