Nuestro compañero Pedro José Parra Nieves me ha enviado éste escrito, que con su permiso comparto con todos. He vuelto a la frialdad de el hall de un hotel en temporada baja, he vuelto a el abrazo, al apretón de manos, al chascarrillo y al recuerdo de unos meses de mili entre chuscos sin mortadela y sirocos con la gorra encasquetada. He vivido unos días de volver a por las trinchas, al cetme sin cargador, al rebobinar del tiempo y he visto y conocido gente que quizás ya conocía sin yo saberlo. He paseado entre mesas de desayuno saludando a soldados vestidos de nostalgia, he resucitado de mi juventud veinteañera y me he dejado llevar en volandas por el tiempo. Antiguos compañeros de guardia, de prevención y garitas de la muerte, de cubata en botellines, compañeros de correrías, de retenes e imaginarias, escribidores de cartas de amor y lágrimas, soñadores de con la península sobre la almohada. He vuelto a la instrucción y al desfile de una tropa que aún recuerda aquella tierra como parte suya, he dejado mi petate en parada del tiempo y he tomado un vaso de vino peleón brindando con aquellos que llevan la insignia del Sáhara en el pecho y aquella tierra en el corazón. Legionarios, Nómadas, Cabrerizos, Artilleros, Sanitarios, Ingenieros, Policías Territoriales, Intendentes, etc, etc. Hombres de raza, gente de palabra, amigos sin conocerse. Hombres que hicieron un alto en la vida para cumplir con un deber dejando detrás, al otro lado de la tapia a la novia, la madre, el padre, hermanos, hijos y sobre todo una juventud abarrotada de sueños. Llegamos allí medio asustados y en cosa de 15 o 20 días o antes ya estamos poniendo manos a la obra marcando en el calendario de bolsillo los días que van cayendo y que tanto tardan en caer, marcando cada uno con una X. He vuelto al sonido de retreta, al toque de asamblea para el cambio de guardia, al toque de fajina, de alto y de silencio. He vuelto con los míos a compartir un alto en el tiempo y me he traído de allí el secreto de la eterna juventud de unos y la incondicional amistad de todos. Acabo de llegar a mi casa como quien dice y ya hecho de menos a esos hombres con arrugas en la cara como yo pero con el corazón abierto de par en par. He visto el trabajo oculto, silencioso e impagable de los que organizan todo estos acontecimientos y no me queda más que decirles que tienen todo mi respeto y mi admiración y que me siento orgullo de haber servido a mi país en aquellas tierras y orgulloso por haber conocido a estos hombres que dejándose horas de sueño nos organizan estos eventos cuyo precio es incalculable. Un abrazo para todos los que allí estuvimos y un recuerdo muy grande para los que por desgracia faltaron. Pedro José Parra Nieves Cabrerizas 1975
Dif?cil de expresarlo mejor los sentimientos que aun hoy 53 a?os despu?s nos siguen invadiendo las vivencias de aquellos lejanos d?as. Un fuerte abrazo
Lo encuentro muy apropiado y firmar?a todo lo que escribes. Enhorabuena.