“PUESTA DE SOL EN HAGUNÍA”

Juan te envío esta reflexión después de haber compartido una cena con los compañeros de Valencia el pasado día catorce de Diciembre.


“PUESTA DE SOL EN HAGUNÍA”
Es el mes de Diciembre. Soy uno de los sesenta «europeos» que formamos la tropa de Nómadas, además de un pequeño destacamento de Transmisiones. Mi servicio ha sido hoy en la cocina. !Que más da en Hagunía tener servicio en la cocina, guardia , patrulla o refuerzo por la noche !
Aquí todo transcurre muy despacio. Las ocupaciones en la Base Avanzada, a pocos kilómetros de la frontera con Marruecos, ayudan a llenar esos espacios de soledad.
Tengo en mis manos las últimas cartas recibidas desde la Península, cien veces releídas, de la madre, la novia y el amigo, puntales básicos para afianzar el ánimo en un soldado, alejado de todo cuanto ha sido la vida, desde el momento de la despedida en la Estación del Norte en aquel tren, que rodó durante dos días y una noche completa por las tierras de la Mancha y Andalucía, añadiendo vagones en La Encina y Alcázar de San Juan, hasta parecer un gran gusano humeante y lento.
La madre escribe con su letra diminuta, aprendida con enorme esfuerzo en la escuela de la Villa.
Dice una y otra vez: Tú, hijo mío, sobre todo , no te hagas señalar, tú del montón, pero del montón grande , que no tengas que arrepentirte de algo que hayas hecho. Dice que en casa todo va bien y que los vecinos preguntan mucho por mí , que me quiere mucho, que me cuide ,que me coma todo lo que me pongan cada día, que no beba, que no fume, que no vaya con mujeres de mala nota, que la mili son cuatro días y que pasa pronto.
Se calla que ha habido un pedrisco, que ha asolado todas las cosechas, único modunos tíos de que o de subsistir en la familia. No me dice del susto que se han llevado en casa al saber de la enfermedad de mi hermana pequeña, me pide disculpas por no poder enviar, entre las hojas amorosas de la carta, un billete de veinte duros para el bocadillo de las mañanas.
El amigo, siempre muy directo en su planteamiento epistolar, comenta y exagera todo cuanto acontece en la pandilla, siempre con la intención de agradar, pues a él le ha tocado hacer la mili muy cerquita de casa y además unos tíos de su madre conocen a un Comandante de la Caja de Reclutamiento.
La novia ¿qué me dice la novia, que no nos lo hayamos dicho en numerosísimas ocasiones? Promesa de amor eterno y recuerdos de parajes y situaciones de un sabor dulce y armonioso.
Las lágrimas me han cegado los ojos. No puedo impedir que las gotas resbalen por mi cara. No sollozo, solo son los sentimientos los que afloran, sin querer.
Solo es un instante. El Sol rojo, como una yema de huevo gigante, avanza hacia el ocaso. El cielo parece que está ardiendo, provocando
una explosión de luz que juega con las altísimas y escasas nubes.
En solo ocho minutos ha ocurrido el espectáculo natural de apagar la luz en la Tierra y encender el Cielo.
Quiero para mí la soledad de las guardias mirando las estrellas, las patrullas a sitios ignorados, las noches de refuerzo alrededor del pozo de la Sahia con la inocente intención de que los naturales no den de beber a sus pacientes pollinos, si tengo la posibilidad de disfrutar de la iluminada soledad de la puesta de sol en Hagunía.
Merece la pena.

Ródenas Sánchez, Julián. (V) 20-12-2007
ATN III, 3ª Cía.
Hagunía. 1969-1970


Otros relatos del mismo autor:
Relato 046.- “PUESTA DE SOL EN HAGUNÍA”
Relato 050.- “VIAJE DESDE VALENCIA A EL AAIÚN”
Relato 095.- “VUELTA A CASA DESDE SMARA”